Cuando una válvula cardiaca no funciona correctamente, es frecuente que las y los pacientes tengan dificultad respiratoria o para recuperar el aliento. Pueden sentirse mareados, débiles o sentir una gran presión en el pecho; incluso, hay quienes tienen la sensación de que su corazón late de manera irregular.
Estas son señales de alarma que indican algo no está funcionando correctamente, por lo que de inmediato es necesario consultar a un médico especialista que diagnostique el padecimiento y, posteriormente, el procedimiento que se requiere.
Un poco de historia…
La primera cirugía a corazón abierto en México se realizó el 17 de marzo de 1956 en el Hospital de Jesús, el nosocomio más antiguo del continente ubicado en el centro histórico de la Ciudad de México, un lugar emblemático en el que Hernán Cortés y Moctezuma II se encontraron por primera vez en 1519.
La cirugía fue realizada por el médico Raúl Baz Iglesias, en ese entonces jefe del Servicio de Cirugía Experimental del Instituto Nacional de Cardiología, quien intervino a una menor de 8 años que presentaba palpitaciones y dificultad respiratoria que limitaban su capacidad para el ejercicio físico.
Sin embargo, a 68 años de la primera intervención quirúrgica de este tipo en México, los avances tecnológicos son imparables porque los pacientes cada vez demandan más resolver problemas complejos con menos invasión.
Es Ramón Delgado Campos, presidente del colegio de Cardiología en Durango, quien ha buscado implementar un procedimiento novedoso que promete realizar una intervención en el corazón por medio de catéteres.
“Quizá (existan) antecedentes de cirugías con mucha complejidad, porque no había el expertíz de los cirujanos de la época. Las cirugías cardiacas como las de reemplazo valvular por enfermedades reumáticas, degenerativas o congénitas, o de la válvula aórtica, tenían que ser a corazón abierto y eso implica un sinfín de cuidados y de un equipo experto en manipular: abrir el tórax, el corazón, poner las válvulas, sacar la que está enferma y poner una prótesis que es una válvula que va a reemplazar a la nativa (que puede ser mecánica o biológica)”.
La realización de este tipo de procedimientos implica, además de muchos recursos económicos, tiempo de hospital y larga terapia intensiva postquirúrgica.
“Los riesgos en este tipo de cirugías (a corazón abierto) siempre será mayor porque se trata de una cirugía muy invasiva. Sin embargo, la experiencia de los cirujanos a lo largo de las décadas y de las modificaciones de las válvulas en el aumento de insumos accesibles, ha hecho mucho más simple el tema de la cirugía abierta”, explica el especialista.
Un giro a las operaciones de corazón abierto
A pesar del éxito y altos niveles de riesgo que implicaban realizar intervenciones quirúrgicas con las cirugías a corazón abierto, en 2002 se comenzaron a hacer estudios para reemplazar válvulas aórticas, principalmente en pacientes mayores de 70 años, que correspondían a un subgrupo de personas con altos niveles de riesgo.
“El primer reporte de la cirugía percutánea, que es un procedimiento a través de catéteres, a través de la femoral, se realizó en 2002, hace 22 años. Fue una evaluación, digamos como: “vamos a ver que resulta”.
Ahí empezaron a realizarse en diferentes centros, sobre todo en Europa y Estados Unidos, Francia, principalmente y en los siguientes diez años dos compañías comenzaron a diseñar válvulas que son bio compatibles; digamos que son híbridas, entre algo de material que no es metal, pero es un material que no es biológico, pero también lo que es propiamente la válvula está diseñada como si fuera una válvula biológica, porque es pericardio de porcino o bovino”, señala el especialista.
Inicialmente, estas intervenciones duraban entre tres y cuatro horas; sin embargo, el tiempo se ha reducido a menos de una hora, sin sedación y por medio de cateterismo, lo que ha derivado en que sean menos invasivos en el cuerpo y la recuperación sea casi inmediata.
“Esto es un trabajo de mucha gente y previo a esto hay una evaluación clínica del enfermo que tiene que ver con hacerle estudios previos para medir la función ventricular, según el grado de enfermedad de la válvula nativa y revisar si es una válvula enferma, o si es una válvula deforme, entre otras evaluaciones médicas”.
Mejora de calidad de vida
Después del procedimiento, los pacientes pueden regresar a su domicilio para continuar con su vida habitual. Claro, existen algunos niveles de riesgo que son propios de otros factores ajenos al procedimiento, pero son pocos los casos en los que se han presentado.
“¡Es una cosa espectacular! El paciente recupera su vida al cien por ciento y no necesita tener tres, cuatro o cinco días de hospitalización. Esto significa que, además de que el paciente recupera de inmediato su vida cotidiana, no está sujeto a las afecciones propias de cualquier cirugía”.
Este procedimiento denominado implante percutáneo de una válvula aórtica, por el momento no es viable de colocarse a pacientes menores de edad, pues las afecciones valvulares en niños y adolescentes son tratadas con un protocolo diferente desde la infancia y se tiene que esperar a que crezca el corazón, pues no es viable colocar una válvula a un niño de 5, 10 o 18 años, porque no le podría durar en su cuerpo, porque crecerá el corazón.
Durango, a la vanguardia en este tipo de procedimientos
Actualmente, Durango se suma a ciudades como Guadalajara, Monterrey, Mérida, Ciudad de México y Puebla, donde ya se han practicado estas intervenciones que forman parte de una tendencia mundial.
“Realmente lo que nos falta en Durango es desarrollo, a pesar de que tenemos muchas riquezas, Durango sigue siendo un estado atrasado económicamente y en vías de comunicación. Es lógico que la gente que tiene recursos económicos y que tiene la necesidad de un procedimiento de este tipo, se vayan a otro lado”, señala el especialista.
Lamentablemente en Durango se desestima la calidad de especialistas, a pesar de la trayectoria y estudios avanzados en la realización de estos procedimientos, por lo que es importante no dar un voto de confianza en quienes lo realizan y así evitar traslados a otros destinos que podrían ser innecesarios:
“El doctor Anuar Delahanty, que encabezó este proyecto viene de una preparación de alta escuela en Europa, ha estado en Japón actualizándose y en busca de nuevos conocimientos, y ha sido el impulsor de este programa desde hace seis, siete años atrás, ya quería que hiciéramos esto y ha sido un motor para que todos los cardiólogos pudiéramos avanzar en otras tecnologías que eficienticen el trabajo de la cardiología”, refiere Ramón Delgado Campos.
Más económico que Europa
Este tipo de válvula en Europa llega a costar aproximadamente 39 mil euros, equivalentes a 835 mil 475.55 pesos mexicanos. Sin embargo, en Durango el precio por mejorar la calidad de vida de cualquier paciente, es mucho menor:
“Pudiera pensarse que es costoso, pero no lo es. En Europa cuesta 39 mil euros la válvula y en Estados Unidos, el precio es parecido. En Durango tenemos todo para realizar este procedimiento que cuesta entre $600 y 700 mil pesos, incluyendo hospitalización, honorarios y todos los servicios de alto nivel”, pues a medida que se van afinando los dispositivos tecnológicos también se van abaratando.
A pesar de que este tipo de intervenciones se realizan principalmente a pacientes de alto riesgo, en los últimos registros realizados en Europa, Estados Unidos y México, la tendencia es el aumento de quienes son de riesgo medio y bajo.
“Yo creo que si en los últimos 22 años se ha avanzado tanto, en los siguientes 5 o 10 años, va a ganar terreno los procedimientos mínimamente invasivos a la cirugía cardiaca normal; aunque esta no va a desaparecer, pues en Durango tenemos cirujanos muy especializados que pueden atender otras alternativas”, refiere el experto, pues se busca es ampliar las opciones en el manejo de las enfermedades cardiovasculares.
Por: Karla Tinoco