Por: Pedro Núñez López.

La lucha contra esta terrible enfermedad es cada día un reto de vida, tanto para los pacientes como para el personal médico que atiende a las personas que padecen del COVID-19.

En mi lucha por salir adelante de esta situación dentro del hospital, cada día era algo nuevo dentro de la misma rutina, el estar ahí acostado en la camilla 11 uno de esos días llegó la revisión de la mayor muy temprano después de presentarse en la plaza con su reunión militar como cada día se lleva a cabo, llego y empezó a revisar a todos y cada uno de los pacientes como ya era su costumbre y lo primero que indicó a todos y cada uno es que deberíamos estar acostados boca abajo, ya que eso nos ayudaría a mejorar mucho nuestra oxigenación, así fue que a cada uno nos fue volteando para la mejora que comentaba, decía, entre más estén así mejor será para ustedes y así fue para mí en lo personal, además de que yo estoy acostumbrado a dormir boca abajo, para mi no representó ningún problema el tomar esa posición, e inclusive pensé en el dicho aquel, (cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar), también ese día por la tarde noche se recibieron a dos pacientes más, Roberto y José Luis, a los cuales desde luego se les aplicó la atención por parte de las enfermeras y médicos del turno, un día antes don Carmen se había puesto muy malo y debió ser trasladado a otro hospital  para su recuperación, más ya Dios no le dio oportunidad de seguir en este mundo, dentro de mi interior me empezó el temor, pues los días anteriores había presentado una leve mejoría pero de repente se agravó demasiado y entonces decidí que haría lo necesario porque a mí no me ocurriese llegar a ese momento, por lo que de buena gana aceptaba que me despertaran en la madrugada para la medicina  o inyecciones que me tocaran, recodé que mi medre me decía, el miedo no anda en burro. Dentro de ese día fue dado de alta el Sr. Baudelio Cervantes Solís, cosa que me dio ánimos pues si era posible salir de ahí con vida.

Así fueron pasando los días, además de hacer una buena relación con los médicos y enfermeros les propuse que me pusieran sus nombres a cada uno de ellos para cuando hiciera mi publicación en el periódico agradecerles  sus atenciones, cosa que ellos accedieron cada uno de ellos y así pasó para el domingo siguiente del cual fui dado de alta y les reitero mi más grande agradecimiento, admiración y respeto a todos y cada uno de ellos.

Al sexto día me avisaron que me darían de alta el miércoles si seguía avanzando bien en la oxigenación, también ese día llego don José, un señor muy alto y por lo poco que alcance a ver adicto a la lectura, pues llevaba uno o dos libros que se paso dándole lectura, ese mismo día por la noche llegó un paciente más de nombre Guadalupe quien llegó desafortunadamente muy mal, fue atendido de inmediato y lograron estabilizarlo durante un buen rato, más tarde se agravó mucho y decidieron trasladarlo al Hospital 450, donde desafortunadamente partió al viaje sin retorno. Al día siguiente ocurrió lo mismo solo que con Gustavo, llegó como a las doce de la noche y toda la noche el doctor y su enfermera hicieron todo lo posible al alcance de sus conocimientos por ayudarlo hasta que por la mañana fue trasladado a otro hospital donde partió de este mundo.

Al octavo día fui dado de alta, al salir me esperaba mi hermano Daniel Núñez donde nos tomaron fotos del recuerdo por parte del personal militar, también fue dado de alta Roberto para regresar a casa a recuperación, al salir le di gracias a Dios por esta nueva oportunidad de vida.

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