Chihuahua. – El caso de Marisela Escobedo, en Chihuahua, es una historia con un inicio y final trágico, pesadilla, que aún continúa para su familia, quienes al igual que su madre; exigen justicia a las autoridades.
Más que una historia, es la realidad del amor de una madre, el cual llegó incluso más allá de la muerte.
La Historia
Todo comienza el 2008 con la desaparición y asesinato de Marisol Rubí Frayre Escobedo, de apenas 16 años, en Ciudad Juárez Chihuahua, con lo cual; Escobedo inició la lucha y el reclamo de justicia por el feminicidio de su hija.
El violento asesinato causó la conmoción de muchos en la entidad, pues la joven, fue víctima de su propia pareja, Sergio Rafael Barraza, aunque en un principio; autoridades no tenían un claro panorama de los hechos.
Ante el poco interés de autoridades para resolver el caso, Marisela investigó por su cuenta, consiguiendo información con un testigo de los hechos, a quien el feminicida; le había confesado el crimen.
Tras conocer esa versión, Escobedo acudió a la justicia para pedir su detención, sin embargo, Sergio Rafael ya había escapado de Chihuahua para evadir a las autoridades, el crimen; seguía impune.
Fue la misma madre de familia, quien haciendo el trabajo que correspondía a quienes se supone imparten la justicia, dio con el paradero del asesino en un municipio del estado de Zacatecas; dando aviso a las autoridades.
La agobiada familia ya veía una esperanza para descansar del peregrinar y dolor tras la muerte de Rubí; había sido detenido el asesino.
Lamentablemente y luego de que prácticamente confesó el crimen ante las autoridades, jueces lo absolvieron y, de nueva cuenta; se oscurecía la esperanza para Marisela.
Una vez más, el coraje por la impunidad, el desinterés de autoridades, pero, movida aún más por el amor de madre, la mujer insistió y consiguió que se cambiara la sentencia; por fin lo habían encontrado culpable.
Pese al éxito que tuvo la insistencia de Escobedo, autoridades se vieron burladas por el asesino, quien, de nueva cuenta; escapó de la entidad.
Continuó en la lucha
Sola e ignorada, aún con el dolor por la pérdida de su hija, Marisela tomó el valor para continuar en la exigencia y reclamo de justicia; haciendo lo que era responsabilidad de otros.
Marchó desde Ciudad Juárez hasta la Ciudad de México, en su camino, dejaba la huella de una madre movida por el dolor y perdida de su hija, entrevistándose con toda autoridad política, procuradores de justicia, grupos, movimientos y ciudadanos; enterándolos de su causa y fin.
Tras su arribo a la Ciudad de México, de nueva cuenta fue ignorada, ahora por el entonces presidente de México, Felipe Calderón, luego de solicitar una audiencia con el mandatario; quien le negó la atención.
Sus intenciones no se detuvieron ahí, en su regreso a Chihuahua, pasó de nuevo por Zacatecas y pudo ubicar, otra vez por su cuenta, al asesino de Rubí, y pese a que dio aviso a autoridades; Sergio volvió a escapar de manos de corporaciones policiacas.
No desistió, dio con su paradero una tercera vez, en esta ocasión, las cosas se tornaban más difíciles, Sergio Rafael se había integrado a un sangriento grupo criminal; que peleaba en el noroeste del país.
Para ese entonces, Marisela ya era reconocida a nivel nacional como una activista, y regresó a Chihuahua para confrontar al entonces gobernador, Cesar Duarte, y en un acercamiento con la extinta procuraduría del estado, Escobedo dio detalles de toda la información que había reunido hasta ese momento; con lo cual firmó su sentencia de muerte por las declaraciones en torno a los vínculos del mandatario con el crimen; según hace referencia un documental dedicado a la activista en Netflix.
Al continuar sin respuesta de ninguna autoridad, Marisela decidió plantarse frente al palacio de gobierno del estado de Chihuahua, ahí pasaba los días, ahí pasaba las noches, y ahí; siguió siendo ignorada.
El desenlace
Fue la noche del 16 de diciembre del año 2010, cuando por fin consiguió la atención prácticamente de todo el mundo; entonces la voltearon a ver, entonces todos querían saber de ella, lamentablemente, ya era tarde; había sido asesinada.
Un sujeto que descendió de un coche sin importar el recinto, se acercó a ella y le arrebató la vida, a las afueras del palacio de gobierno, una lucha que comenzó por muerte; terminaba de la misma manera.
Tiempo después, el gobierno detuvo y presentó al supuesto asesino de Marisela, un sujeto de apodo el “Wicked” e identificado como José Jiménez, el hermano de la activista y testigo de su asesinato, negó que ese hombre fuera el responsable, pero al igual que su difunta hermana; fue ignorado.
Según dijeron autoridades, el autor intelectual del homicidio fue Sergio Rafael; pero llevado a cabo por miembros del grupo criminal al que pertenecía.
Como si se tratase de karma, Sergio Rafael Barraza, a quien tanto persiguió Marisela por asesinar a su hija, murió el 16 de noviembre del 2012, tras un enfrentamiento con militares; operativo que no tenía ninguna relación con el crimen de Marisela o Rubí.
Entonces el gobierno de Chihuahua aprovechó la oportunidad para dar carpetazo al caso de la joven, que al igual que el asesinato de su madre; siguen impunes.
La exigencia de justicia no ha cesado.
Esto no enmudeció el grito de justicia que exigía la mujer, fue origen de una unidad en Chihuahua con la que, a una sola voz, se pide un fin en los feminicidios y violencia contra las mujeres.
La lucha y fin de Marisela Escobedo, fue plasmada en un documental para la plataforma Netflix, el cual denominaron, “Las tres muertes de Marisela Escobedo”, en el, se hace remembranza de la insistencia por justicia de una madre ante el asesinato de su hija; lucha que aún no culmina.
En su décimo segundo aniversario luctuoso, ciudadanos y organizaciones civiles, organizan diversas actividades en memoria de la activista, quien se ha convertido en un icono de defensa y lucha contra los feminicidios y violencia contra la mujer en Chihuahua.
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