El barrio de San Antonio, ubicado en una de los primeros cuadros de la ciudad, guarda en su historia el espíritu de Don Chuy, un velador que ha cuidado los terrenos que hoy albergan una céntrica funeraria por más de 100 años. Esta historia narrada por César Arturo Garrido Rosales, un vecino de este barrio antiguo, comienza así:
En los terrenos localizados sobre las calles 5 de Febrero y Miguel de Cervantes, en la zona centro de Durango, hace más de un siglo eran utilizados para guardar carruajes que transportaban distintos tipos de mercancía, productos y equipo minero, entre otros equipos de transporte que se utilizaban en esa época.
“La gente mayor del barrio cuenta que una diligencia traía mucho oro y no la pudieron localizar en los caminos, pero sabían que aquí se encerraba esa diligencia. En ese tiempo llegaron los bandoleros y quisieron obligar a don Chuy en qué diligencia estaba el oro. Torturaron tanto al velador, quien no dijo dónde se guardaba el oro, que en represalia fue ahorcado en un pirul que estaba dentro del lugar”.
Ese árbol permaneció durante tanto tiempo, hasta que hace tres años se cayó solo por las ráfagas de aire que se presentaron en una ocasión.
“Ahí lo ahorcaron y los vecinos más antiguos del barrio, comentaban que durante la noche se aparecía cuidando los terrenos”.
Don Antonio, uno de los vecinos que conoció al velador, narraba que al anochecer nadie podría estar cerca de estos terrenos porque era vigilado por don Chuy.
“Cuando llegamos nosotros (a construir la funeraria), fue el primer ente que vimos. Yo le pregunté a Don Antonio esa situación porque todos los empelados lo vimos. No nos dejaba trabajar porque se paraba y se nos quedaba viendo hasta que lo corríamos”, cuenta.
“Si usted lo ve directo, no lo ve, pero nota la silueta completa a reojo. Trae puesto un pantalón de gabardina azul, una camisa roja pero muy desgastada, y un sombrero de ala ancha”.
En esta casa funeraria que tiene casi 30 años de experiencia algunos trabajadores externos manifiestan haber tenido experiencias con don Chuy cerca del pirul donde fue ahorcado.
“Un día un compañero funerario que nos traía los cuerpos, en una ocasión llegó a las 3:00 am, y yo lo estaba esperando porque íbamos a embalsamar un cuerpo y se tardó mucho en la puerta de entrada y a mí se me hacía extraño y cuando entró le pregunté porqué había tardado tanto, y respondió que estaba platicando con el velador”.
Don Arturo, uno de los dueños de la funeraria, respondió que no tenían trabajador nocturno:
“¡Como no! Estaba platicando con él. Se me hizo muy raro y yo le contesté: o no vienes en tus cinco sentidos, o viste a don Chuy, y cuando le platiqué fue la última vez que el empleado funerario vino aquí”.
Por: Karla Tinoco