El invierno trae consigo temperaturas extremadamente bajas que pueden afectar las tuberías. Cuando el agua dentro de ellas alcanza los 0°C, comienza a congelarse y expandirse, generando una presión que puede provocar grietas o roturas.
El riesgo de congelación depende de varios factores, como el material de la tubería:
- Metálicas (cobre/acero): Conducen más rápido el frío y se congelan antes.
- Plásticas (PVC/PEX): Son más resistentes a la congelación.
También influye su ubicación:
- Exteriores o en paredes expuestas: Mayor riesgo de congelación.
- Sótanos sin calefacción: Riesgo moderado.
- Espacios calefaccionados: Menor riesgo.
Cómo evitar la congelación de las tuberías
Para prevenir problemas graves, sigue estos consejos:
- Aislar las tuberías: Usa materiales como espuma o cintas térmicas para cubrirlas.
- Cerrar válvulas exteriores: Drena y cierra el agua de los grifos exteriores.
- Dejar los grifos abiertos: Un pequeño goteo mantiene el agua en movimiento y evita la congelación.
- Instalar calentadores de tuberías: Especialmente en zonas con temperaturas extremas.
- Proteger válvulas y conexiones: Usa mantas térmicas o espuma en áreas no climatizadas.
- Revisar el aislamiento del hogar: Asegúrate de que paredes y ventanas estén bien protegidas.
- Evitar fugas de calor: Sella grietas en sótanos y áticos para evitar la entrada de aire frío.
- Mantener la temperatura interior: Durante las noches frías, deja la calefacción en un nivel bajo pero constante.
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