Por: Eduardo Ortega Solano

Dentro del entorno de los procesos electorales, es fundamental para los partidos políticos, aspirantes y candidatos conocer y entender las preferencias y las necesidades de la ciudadanía, dentro de un tejido político y social de conformación variopinta. Por ello, resulta imprescindible el uso de las encuestas como herramientas tanto para recabar información como para la toma de decisiones, las cuales abarcan desde la segmentación del electorado, pronósticos de resultados, selección del candidato, tendencias en las preferencias, definición de estrategias e impacto de campañas, hasta dar golpes de timón, creación de imagen, eslogan, propuestas, entre otras, por mencionar tan solo algunas.

Una parte importante de las encuestas que realizan los institutos políticos para evaluar a quienes aspiran a una candidatura son “de consumo interno”, es decir, permanecen en secrecía para el resto de la población. Este tipo de encuestas revelan quién puede ser el mejor de los aspirantes en términos políticos y electorales, evaluando aspectos como representatividad, popularidad o reconocimiento, nivel de confianza y credibilidad, intención de voto, competitividad frente a posibles adversarios, entre otros. Sin embargo, muchas veces quien surge como candidato no es el mejor evaluado. Frecuentemente, lo que determina esta elección es la repartición interna entre grupos o sectores, o simplemente decisiones de una cúpula. También se da el caso de alianzas de facto, en las que un partido propone al candidato más débil con la intención de favorecer a otro instituto político.

Por eso cobra gran relevancia las declaraciones que realizó Dani Soto, la novel dirigente del Revolucionario Institucional (PRI) en el sentido que las candidaturas que propondrá el tricolor en los 39 municipios para el proceso electoral 2024/2025 serán los mejor posicionados en las encuestas que realizará este instituto político en nuestra entidad federativa, que no existirán recomendados, comadres o compadres en las boletas y que espera que toda la militancia así lo entienda. Pero un factor que se deberá tener en cuenta es la posible alianza PRI/PAN la cual según los números se debería mantener. Si bien es cierto que cada elección es diferente, y los números no se suman en automático, los anteriores procesos le han dado el triunfo a la alianza, pero la lectura de estos mismos números devela que el único partido que ganaría en solitario es MORENA, instituto que por cierto se a decantado nuevamente por las encuestas para la selección de sus candidatos.

Una prueba indubitable de lo acertadas que pueden ser las encuestas es la última publicación de resultados de las casas encuestadoras en el proceso electoral de 2024, en la que 10 de ellas fallaron por menos del 3% con relación al 59.75% con el que ganó Claudia Sheinbaum. La encuestadora más acertada fue Algoritmo, que estimó un 59%, mientras que la más lejana fue GEA/ISA, que pronosticó el triunfo de Sheinbaum Pardo con el 45%. Sin embargo, Massive Caller fue la única que realmente se equivocó al dar como ganadora a Xóchitl Gálvez, una encuestadora que, según el portal Sin Embargo, ha recibido al menos 43 millones de pesos del Partido Acción Nacional (PAN). En este caso, coincido plenamente con la afirmación: “El que paga las encuestas es el que las gana.”

A nadie debe extrañar que en Durango esté en pleno apogeo la “guerra de las encuestas”, pues, junto con Veracruz, son las únicas entidades donde se vivirá un proceso electoral en 2025. Actoras y actores políticos ya han expresado que llevan la delantera, y algunos aseguran que de forma irreversible. Aceptando sin conceder que los ejercicios publicados se hayan realizado respetando aspectos como metodología, universo, imparcialidad de la pregunta, margen de error, entre otros, nada garantiza que los parámetros de evaluación sean los mismos que aplicarán los institutos políticos, los cuales seguramente tomarán en cuenta los negativos, un aspecto que no se refleja en las encuestas publicadas. También habría que considerar temas como género, bloques de competitividad y acciones afirmativas, entre otros.

Es fundamental saber discernir entre una encuesta y las campañas publicitarias que se presentan como ejercicios estadísticos serios, pero cuyo fin es generar percepción, propaganda o desinformación. Los sondeos entre clientes, grupos de amigos o familiares, así como los ejercicios realizados en redes sociales, carecen de valor, ya que están sesgados por nuestras propias preferencias. Las encuestas son una herramienta valiosa, pero también un arma peligrosa en manos equivocadas. Aprender a interpretarlas y cuestionarlas es esencial en un entorno electoral donde la percepción puede valer más que la verdad.