Por: Gilberto Jiménez Carrillo

El famoso caballo Siete Leguas, del inmortal Pancho Villa, es un símbolo de México. El origen del nombre Siete Leguas tiene que ver con la distancia que recorría el caballo, ya que una legua equivale a seis kilómetros y esa es la distancia que recorre un caballo promedio teniendo una productividad por caballo de 30 kilómetros diarios. Graciela Olmos fue, entre otras cosas, soldadora villista durante la Revolución mexicana, socia de Al Capone en el contrabando de licor en los años 1930 y administradora del cabaret y prostíbulo más famoso de la Ciudad de México, que fue frecuentado por políticos e incluso presidentes de la República.

De Graciela Olmos, La Bandida, se conocen más sus corridos y boleros románticos que se siguen en el gusto de los mexicanos como el Siete Leguas, la Enramada, y el corrido de Durango. El pasado mes de julio, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) avaló el registro del Partido Villista. Este nuevo instituto político se presenta como una nueva opción para los duranguenses de a pie, aquellos que durante el pasado proceso electoral no encontraron un grupo que los representara. Con una afiliación de cinco mil 700 ciudadanos, de los cuales mil 800 se encuentran en la capital del estado, el Partido Villista tiene presencia en los 39 municipios de la entidad.

El problema de nuestro país es que los partidos políticos tradicionales son parte de un sistema que ya está agotado y desprestigiado, donde no dejan de anteponerse los intereses personales sobre los comunitarios. El Partido Villista promete ser una agrupación que tratará de construir liderazgos y trabajar en el territorio siempre en beneficio y a favor de la comunidad en general. Desde su creación hasta nuestros días, esta nueva agrupación política le ha puesto la muestra incluso a los llamados partidos grandes, pues con más ganas que presupuesto reparten baños, tinacos, lentes, programas casi diarios de televisión con temas relacionados con la educación, la historia, la cultura, asesoría jurídica, biografías de ciudadanos notables y, sobre todo, mucha gestión que ha beneficiado a cientos de seres humanos.

Los ideales de Francisco Villa ofrecen un marco ético y revolucionario sobre los que se puede estructurar una base en la lucha contra todos los males que aquejan al país. La justicia social, la redistribución del poder, el rechazo a las élites corruptas y la autonomía local, son principios que, de aplicarse hoy, pueden transformar profundamente las estructuras que perpetúan todo aquello que le hace daño a México y a los mexicanos.  Villa, al igual que otros revolucionarios, no solo luchó en el campo de batalla, sino que abogó por una sociedad más justa, equitativa y libre de los abusos del poder. En el presente contexto de la sociedad, el Partido Villista toma estos valores como bandera para inspirar y participar en la construcción de las nuevas formas que lleven a construir un país donde la trasparencia, la justicia y la equidad, sean una realidad tangible para los ciudadanos. Basados en los valores, ideales, enjundia y amplio sentido de la justicia del General Francisco Villa, y con el indiscutible liderazgo del licenciado Jesús Aguilar Flores, presidente del este nuevo Partido, y del entusiasta equipo de trabajo que conforman el incansable comité estatal, el Partido Villista se compromete a devolverle a los duranguenses la ilusión de volver a votar por causas que representen los intereses de la sociedad. Así es como el Siete Leguas habla de su capacidad de aguante, dando lo mejor de sí mismo, tanto en fortaleza como en fidelidad, así también el Partido Villista cabalga a todo galope y recorre sin descansado el territorio, convirtiéndose en unos pocos meses en una atractiva, genuina y verdadera opción electoral para los duranguenses.

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