Por: Edgar Burciaga

La discusión de la reforma al Poder Judicial exhibió el manejo que realizan los dirigentes de los partidos para mantener el control de los legisladores, lo que provocó que el PAN, el PRI y MC fueran los perdedores en este proceso político, debido a que la posición que asumieron los senadores Miguel Ángel Yunes Márquez y David Barrera daría la mayoría calificada a Morena.

En el caso del blanquiazul, Yunes Márquez protagonizó la polémica en el Senado, después de afirmar que votaría en contra, pero no acudió a la reunión de senadores panistas, lo que ocasionó que desde ese entonces el panista fuera señalado de ser el legislador de oposición que le daría la mayoría calificada a Morena y evidenciar las diferencias al interior de la bancada.

En el caso del PRI, los legisladores honraron su palabra y compromiso al volver a mostrar la disciplina partidaria, los 15 senadores y senadoras del PRI, junto los 37 diputados y diputadas, votaron en contra.

Aunado a ello, la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos del INE resolvió en primera instancia que la modificación de los estatutos, que le permitía seguir a Moreno, al frente del partido, fue ilegal, por lo que puede quedar sin efecto su reelección como dirigente del tricolor.

En el caso del partido naranja, Daniel Barreda, senador de MC, reapareció en la sala de juicios de Campeche junto con su padre, después de que no se presentara a la discusión sobre la reforma judicial y fue Jorge Álvarez Máynez quien lo reportó como desaparecido.

Después de los señalamientos que se dieron por los legisladores en el pleno, quedó en evidencia el chantaje en el que se manejan los dirigentes de los partidos, que también forman parte de las bancadas en la Cámara Alta, lo que los convirtió en los primeros perdedores de la reforma, más cuando comenzarán a discutirse las modificaciones a las leyes secundarias.

Esta situación obliga a las dirigencias estatales del PRI, del PAN y de MC a replantear su posición en Durango, es necesario emprender de nueva cuenta la búsqueda de la confianza de militantes y simpatizantes y después, de los ciudadanos, que emitirán su voto e próximo año en la elección de los Ayuntamientos.

Así, los dirigentes partidistas deben dejar de velar en la política sólo por sus intereses y sus negocios personales para tomar en cuenta, de una vez por todas, al pueblo.

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