El calor afecta el aprendizaje escolar
Por: Jorge Ánima
El cuerpo humano y el cerebro no se comportan de la misma manera cuando se enfrentan a temperaturas altas, esto sucede en alteraciones físicas y cognitivas como lo es irritación en la piel, salpullido por el calor, hinchazón en las manos o en los pies, pudiendo llegar hasta mareos, náuseas, desmayos, confusión, cansancio, sudoración abundante, dolores de cabeza y calambres musculares. Cognitivamente, el que sufre es el sistema nervioso, particularmente el hipotálamo, que se esfuerza por mantener el cuerpo humano a una temperatura menor a 37 °C, por lo que las otras funciones como concentración y demás impulsos nerviosos pasan a segundo término, sintiéndonos más lentos y cansados.
El cambio climático es una realidad, no se puede negar y se va a ir extremando cada vez más el clima, al paso del tiempo tendremos cada vez más calor y más frío, así va la tendencia climatológica a nivel mundial, nacional y local.
En toda actividad humana, el clima es un aspecto que influye de gran manera en las actividades a realizar, el cual hace que varíe el desempeño y por tal el resultado de las tareas a realizar de acuerdo a este. En el ámbito educativo, sucede lo mismo, esto está demostrado en diversas investigaciones realizadas por universidades estadounidenses como Harvard, en donde se analizó el desempeño escolar de 10 millones de alumnos en diversos climas, dando como resultado que entre mayor calor menor rendimiento escolar, tal es el caso que por cada medio grado centígrado que se incrementa el intenso calor baja el rendimiento escolar en 1 por ciento en los escolares.
Goodman, investigador nortamericano, establece que con el calor los alumnos son más distraídos e irritables, encuentran dificultad para concentrarse. Esto también porque el cuerpo humano se deshidrata y el cerebro es 70 por ciento de agua, al darnos sed es un reflejo tardío de falta de vital líquido y ya el funcionamiento cerebral no es óptimo. La temperatura ideal es entre 19 y 22 grados centígrados, y partir de ella hacia arriba comienzan los problemas, por ejemplo, al llegar a 28 °C, el rendimiento baja un 10 por ciento y se profundizan partir de 32 °C.
El calor está asociado a tiempos más lentos de reacción y menor capacidad de concentración y función cognitiva, por ejemplo, memoria y atención. Con las altas temperaturas se altera el tejido nervioso, ya que las proteínas cambian su estructura afectando el proceso neuronal. Además de un incremento de cortisol con el calor, provocando mayor estrés y baja el nivel de las defensas en el cuerpo humano. No se descansa bien y bajan las horas de sueño, además hay mayor irritabilidad.
Se debe reflexionar de que dentro del salón de clases la temperatura se eleva por concentrar a cierto número de alumnos dentro de un espacio limitado, es decir, es una pequeña multitud. La solución es voluntad para que con ellos se tenga dinero, se gestione ante el Congreso una partida presupuestaria necesaria para tener clima/aire acondicionado para el bienestar de los alumnos.
Hace falta una campaña de climatización en las escuelas públicas, si bien es cierto que es costoso, un gasto en educación es una inversión. Se pueden realizar diversas acciones en los centros escolares como es el aislamiento de techos y paredes, técnicas pasivas de ventilación.
Hasta llegar en el avance gradual, con la utopía de tener paneles solares, convertir a las escuelas en planteles sostenibles y sustentables, con aires acondicionados, una alternativa es ajustar el horario escolar. No podemos seguir actuando como si viviéramos en El Eden o aplicar la mediocridad de que no se puede hacer nada por uno u otro pretexto, con decisiones faltas de reflexión y empatía, ya que en el sistema educativo duranguense ni en las escuelas públicas, ni privadas se cuenta con aire acondicionado, salvo excepciones de algunos salones, otra reflexión es que se encuentran más minisplits o sistemas de climatización en nivel medio y superior que en educación básica.
En conclusión, la sociedad y la autoridad educativa han subestimado el impacto negativo del calor en la educación, ya que la climatización se ha convertido en un aspecto imprescindible dentro del que hacer educativo.