Estudiando la felicidad
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Por: Iván Ramírez M.
María terminó su licenciatura, después hizo una especialidad, dos maestrías y un doctorado. Paralelo a todos estos estudios y, sin darse cuenta, María había hecho una especialidad en ser “la eterna estudiante sin enfrentar la realidad”.
Son pocas las personas que en verdad pueden aprovechar este cúmulo de logros en los diferentes grados de estudio, algunos de ellos son los académicos, investigadores o quienes laboran en alguna empresa privada que promueva a sus empleados no solo por el trabajo realizado, sino por sus estudios.
Si bien la educación es pilar fundamental para el desarrollo de un país, ha faltado una política educativa con una planeación y ejecución sin miedo para reacomodar y encausar el sistema a un nivel donde los beneficios sean seductores o convenzan y hasta fuercen a la población a tomar otro camino, donde se descubra un ganar, ganar para todos y dejemos de producir en las escuelas profesionistas con un título y una frustración adjunta.
Terminas tus estudios a veces lleno de teoría, pero sin práctica o descuidando las relaciones humanas. Por eso, a veces no se logra comprender cómo, en algunos casos, quienes no entraban a clases y se cooperaban con 10 pesos para completar la caguama están mejor acomodados laboralmente que quienes obtuvieron mención honorífica. Eso parecería injusto, pero si alguien te dijo que la vida era lo contrario, te mintió.
¿Quieres realizarte? ¿Quieres ser feliz? ¡Sí, estudia!, pero también prepárate para resolver problemas reales y esas herramientas solo las adquirirás enfrentando el día a día con imaginación, astucia; siendo más demonio que ángel, sudando y apretando los puños. La felicidad viene en abonos, en momentos, porque si fuera constante sería muy aburrida, es más, no la distinguirías y, por lo tanto, no las disfrutarías.
Porque sabemos que en algunos jóvenes también se aloja el temor a enfrentar la realidad de una vida donde la meritocracia solo es un deseo, un espejismo, y prefieren seguir refugiándose en un salón de clases después de haber sacado el pie de las cobijas en pleno invierno. Una vida donde cada gramo de gloria se pelea día a día, centímetro a centímetro, ambición por ambición, envidia por envidia, pero se logra.
Creo que es momento de reflexionar si la mejor decisión es buscar la felicidad haciendo lo que nos gusta, aunque lo que nos gusta no alcance a veces ni para echarle gasolina al carro, y eso nos regresa al punto donde seguiremos buscando lo que nos hace felices.
El pragmatismo suele ser un buen camino para alcanzar los objetivos, siempre y cuando no dejes tus principios de lado.