Por: Juan Francisco Arroyo Herrera

Don Carlos Marx es el creador del socialismo científico en contraposición al socialismo utópico preconizado a partir de mil quinientos y expuesto por Tomás Moro en su novela “Utopía”. Siguieron sus pasos Henri de Saint-Simón, Charles Fourier, Robert Owen, Étienne Cabet y otros. No fue Marx, filósofo alemán, quien lo implementara, sino Vladimir Ilích Uliánov, mejor conocido como Lenin, seguido por José Stalin y León Trotski. Fue Stalin quien se apoderó de Rusia en la época más importante de su desarrollo. Para eliminar enemigos y tener el campo libre se deshizo de sus oponentes. Su influencia  llegó hasta México para asesinar a Trotski.

De Rusia llevó el pensamiento a la acción Mao Zedong, pero nosotros le podemos llamar como es conocido internacionalmente Mao Tsetung. Stalin y Mao endurecieron la mano. A sangre, fuego, horca y cuchillo se impusieron para implementar el comunismo en sus respectivos países. No pararon ahí, sino que, tal como fue planteado en sus orígenes, el comunismo debería ser llevado a todos los rincones de la tierra. Así, uno de los instrumentos iniciales fue el adoctrinamiento con el uso de periódicos, revistas, libros y otras publicaciones. Para el aleccionamiento de la gente, la Unión Soviética hacía llegar a infinidad de países su revista URSS, mientras que Mao en mini libros que contenían sus “escritos”.

La penetración de la ideología no llegó a su cenit, aunque sí prendió en buena parte del orbe a grado tal que a la fecha existen países que tienen instaurado ese   régimen. Los odiadores de Andrés Manuel, seguramente echarán pestes por lo que estoy a punto de contarle. Es cierto que los vehículos y agentes de hoy para hacer llegar la información a todas las capas sociales de sobra son mucho mayores y eficaces que hace veinte años, no se diga de hace cuarenta o más años, cuando predominaba el correo como medio masivo y en menor medida el telégrafo y el teléfono.

La generalidad no se imagina que las famosas “Mañaneras”, invento y descubrimiento de AMLO, ha sido el hilo conductor para tener informado del quehacer gubernamental a buena parte del pueblo. También de las teorías, programas, objetivos y compromisos encaminados a lograr que México salte a los primeros lugares del catálogo internacional de países avanzados. Pésele a quien le pese, duélale a quien le duela, esto lo ha logrado López Obrador.

Infinidad de críticos del mandatario mexicano tildan de ocurrencias las de Andrés Manuel, cuando que todos los proyectos en su momento fueron sustentados sólidamente en los principios fundamentales de la economía, derecho, política y finanzas. Para anunciarlas y llevarlas a cabo, ha utilizado las mejores técnicas grupales y didácticas: mesa redonda, foro, exposición, corrillos y hasta el cuchicheo, simposio, debates o discusión guiada, panel de expertos, entrevista, lectura comentada, seminario, mapas mentales, cuadro comparativo, método de pregunta-respuesta, círculo, talleres, lluvia de ideas y otras, que han permeado a importantes estratos sociales.

Sus anuncios, mensajes y avances han llegado incluso a empresarios y comerciantes que han analizado su labor. Por ejemplo, las pensiones a los adultos mayores, becas y otros apoyos que permitieron incluso en la pandemia la circulación permanente de moneda, bienes y servicios. Por eso, expertos califican las conferencias de López Obrador como verdaderas cátedras sobre política, sociología, economía, antropología y demás rubros de la vida política y social de México, que han sido debidamente estudiadas y preparadas, y no como creen unos, que se realizan sin ton ni son.