POR: JUAN FRANCISCO ARROYO HERRERA
¡Válgame Santo Niño de Atocha! Cuando los concubinos PRI – PAN, luego con su pegoste PRD eran mayoría en el Senado y una aplanadora en las urnas, inventaron por aquello de no exceder los más de trescientos diputados que prohíbe la Constitución Política, que en la aplicación de la cláusula de gobernabilidad (en términos terrenales ocho por ciento de la votación plurinominal) fuera por coalición y no por partido, toda vez que si se le entregaba a cada parásito, si son tres sería el veinticuatro por ciento, con lo que se excedería el límite de diputados en la Cámara.
La buenaventura los empezó a abandonar y dejaron de ser atropelladores en las casillas, cambiaron de opinión y sacaron la puntada de que el ocho por ciento ya no se entregara por coalición, sino por partido, de tal manera que además de los que resultaran legisladores por mayoría; de los vividores, es decir los que la gente “de a pata” identifican como plurinominales, deberían regalárseles el ocho por ciento por partido y nadie dijo absolutamente nada, todos contentos al fin y al cabo iban en la polla.
Pero hete ahí que en el año que transcurre, la señora Claudia Sheinbaum y sus candidatos a senadores, diputados federales, gobernadores y demás, les dieron una soberana zarandeada, en forma tal que la ahora presidente electa tiene mayoría en el senado, e independientemente de aquellos que fueron ungidos en las urnas, de los plurinominales les corresponde el ocho por ciento por partido: 8 % para Morena, otro tanto para el PT y la misma proporción para el Verde.
Y ¿Qué cree?, El trío de rajones ahora sale con la mamarrachada de que existe una sobrerrepresentación, merced a que además de tener la mayoría se les está dando el veinticuatro por ciento de más. Los muy cínicos pretenden olvidar que fueron ellos los que crearon esa fórmula y en una actitud chimoltrufiesca, dicen que es una violación a la Constitución. Que el camarada Andrés Manuel López Obrador se quiere convertir en un tirano, en un dictador y perpetuarse en el poder (“ai les hablan Alito, Marquito y Zambranito”) que hicieron de sus respectivos organismos políticos una tienda de remates y sorteos por cuanto a los cargos de elección popular.
Y vámonos rumbo a Venezuela donde se llevaron a cabo el domingo pasado las elecciones en las que resultó electo Nicolás Maduro; pero la extrema derecha internacional infiltrada por la CIA, Elon Musk, el orate de Milei en Argentina y otros dignos representantes del racista klu klux klan, tratan de echar abajo el triunfo mediante un golpe de Estado como lo hicieron en su tiempo en Bolivia, Chile, Guatemala y otros países de cuyos recursos están avídos los Estados Unidos.
Pero no es esto lo que les quiero platicar, sino que en un avión fletado por la misma extrema derecha iba un contingente de desquiciados ultraderechistas, entre los cuales sobresalía ¿adivine quién?; acertó el mentecato Vicente Fox; y sí, sobresalía, pero no por lo inteligente, no por su retórica, no por prestigio o calidad moral, sino por lo grandulón; en México sabemos que lo que tiene de zancón lo tiene de mentecato. Con evidente ufanez, desde la nave Fox hizo saber a los mexicanos que iban a ayudar al pueblo venezolano a recobrar la democracia, como si él la hubiera respetado cuando endilgó al pueblo mexicano al adorador de Baco el Borolas, alias Felipe del Sagrado de Jesús Calderón Hinojosa. Solo que el vehículo hubo de bajar en Panamá, porque los Venezolanos al saber sus intenciones dijeron que eran personas non gratas; o sea que los vomitaban en la República Bolivoriana “y van pa atrás” salvo Marco Cortés del PAN que logró colarse y descubierto que fue le dieron “arreón fuera” rumbo a Perú.