GREGUERÍAS GREGARIAS
Por: Juan Francisco Arroyo Herrera
En colaboración pasada le confesé mi melofilia, particularmente por lo que hace al género norteño. Le presumí entonces, que impulsado por esta afición desde hace décadas me he dado a la tarea de investigar su origen y evolución en todo este tiempo, lo que me ha llevado a elaborar un pequeño volumen que contiene el producto de mis investigaciones. Sostengo ahí que el primer conjunto que la interpretó fue los Montañeses del Álamo con su director don Pedro Mier, sus hijos Nicandro y Jaime a quienes luego se sumaron otros y desde luego variados instrumentos. Siguieron y considero que son los fundadores y creadores de la música norteña, Gorriones del topo chico formados por don Víctor González y su compadre y primo don José González Pérez, luego los Rancheritos del topo chico.
Por ahora ahí lo dejamos. Lo menciono porque el fin de la semana pasada falleció a los 88 años don Catarino Leos Rodríguez, director, vocalista, compositor, acordeonista y arreglista de los Rancheritos del Topo Chico. Inició su carrera precisamente con los Gorriones, como vocalista y en la guitarra, que luego cambio por el acordeón. En las decenas de entrevistas que se le hicieron a don “Cata”, como afectuosamente le llamaban sus amigos nos cuenta que nació en Tula, ranchería del Estado de Tamaulipas, luego su familia se trasladó a Monterrey.
Ya en la Sultana del Norte, trabajó como jardinero durante varios años en la empresa embotelladora de una conocida agua mineral, al tiempo que ampliaba sus conocimientos musicales, donde se fue adentrando poco a poco junto con sus primos hermanos Aurelio y Ramiro, a quien luego se les incorporó en el saxofón don Roosbelt Delgado. Desde el principio se consolidó como uno de los grupos más solicitados en todo tipo de presentaciones. Antes, sin embargo, hizo mancuerna con mi tocayo Juan Montoya en el dueto oriental y juntos participaron en sus inicios en conocido programa de aficionados.
Tomás Ortiz, de los Alegres de Terán, fue su descubridor. Al escucharlos, de inmediato los invitó a grabar en discos Falcón, de Mc. Allen, Texas, donde el invitante, junto con Eugenio Ábrego, ya grababan y tenían un surtido repertorio. Al poco tiempo, se incorporaron a discos Del Valle, de la misma ciudad, donde saltaron a la fama y produjeron seis LP. Su consolidación y consagración a nivel internacional llegó cuando, invitados por Basilio Villarreal, entraron a Discos DLV, de Monterrey, empresa en la que uno a uno de sus productos eran arrebatados por el público.
Con la experiencia adquirida con los Gorriones y los consejos de don Víctor González en el acordeón, don Catarino creó un estilo propio, aunque asemejado al de los Gorriones del Topo Chico, de manera principal en la interpretación de los boleros. Cuatro vidas, La novia blanca, Solamente una vez, Limosna de un hijo, eran sus cartas de presentación. A la postre su repertorio se enriqueció exponencialmente, más cuando aparte del bolero incluyeron la canción ranchera, el porro, la cumbia, la redova, la polka y otras variaciones. Fue plenamente identificado don Catarino cuando dio a conocer la imprescindible “Chiquilla cariñosa”, de su inspiración, ejecutada por todo tipo de agrupaciones musicales. Incansable como fue, trabajó hasta los últimos días de su vida. Cuando no tenían eventos, se reunía para la bohemia con amigos, compañeros o familiares. Descanse en paz don Catarino Leos.