Por: Juan Francisco Arroyo Herrera

Reitero y sostengo que el senador Gerardo Fernández Noroña es por ahora el mejor tribuno de México, antes como diputado federal y en estos días como líder de la Cámara Alta. Como recordará, nuestro personaje integró el quinteto para competir por la candidatura de Morena a la presidencia de la República, etapa en la que finalmente resultó triunfadora la ahora presidenta Constitucional del Estado mexicano. Como lo vaticinara Andrés Manuel López Obrador, en el escaso lapso que tiene se ha colocado dentro de los líderes mundiales más influyentes.

Los seguidores del famoso “bellaco” han cifrado sus esperanzas en que sea el hombre ideal para contender en la aparentemente lejana contienda de 2030, donde quizá con el mismo procedimiento emerja el sucesor de la compañera Claudia. Entre tanto don Gerardo ha sido visto aquí, allá, acullá y todavía más allá incluso en el extranjero,  en visitas de cortesía a invitación de sus simpatizantes pero que evidentemente encierran un despliegue de proselitismo que con seguridad continuará el político.

He dicho también en estos espacios que la internet es hoy por hoy el medio de comunicación más efectivo que existe, pero también el más escabroso, puesto que las campañas publicitarias de la índole que sean deben ser extremadamente cuidadosas, prudentes y delicadas, toda vez que los internautas se han colocado como definitorios de la balanza en esas lides. Lo mismo ayudan a disparar exponencialmente la popularidad de un personaje, de un producto o de un objeto como de la misma manera la hacen caer. Por consiguiente, quienes se aventuren en utilizar las redes sociales deberán conocer cómo se desarrollan y los factores que influyen en ella.

Ejemplo de todo lo anterior lo estamos viendo precisamente con Fernández Noroña, quien en su plataforma se acerca al millón de seguidores. Su presencia es buena en la telaraña de la comunicación, tanto más cuanto que diariamente tiene en directo su video charla. Pero en estos días ha cobrado vigencia  un desmesurado interés en la figura electoral de diputados y senadores plurinominales, que desde siempre han sido odiados y vilipendiados  por las mayorías y Noroña ha tomado como postura defenderlos para que no sean eliminados con las reformas en la materia.

En lo personal, soy de aquellos que detestan a los plurinominales por tratarse (con honrosísimas excepciones) de logreros, acomodaticios, zánganos y parásitos, que han vivido de la política sin mayor mérito de ser amigo, compadre, secuaz, lamebotas, amanuense, compinche, corifeo, novio, amante, barragán, prestanombres y toda laya de listillos que sin preparación alguna en ninguna rama del conocimiento han descollado. Los mejores ejemplos de esto los tenemos en Marko Cortés, gerente general del Partido Acción Nacional y “Alito” Moreno, sátrapa del PRI y Jesús Sambrano eterno mensajero del ahora extinto PRD. Lo peor es que don Gerardo lo sabe y tan lo sabe que diariamente está lidiando con una Lily Téllez, con una Carolina Viggiano, Rubén Moreira y caterva de la oposición que no aportan absolutamente nada, no tienen discurso por falta de argumentos; sus peroratas y guasangas son trasnochadas ocurrencias sin ton ni son.

Así pues, discrepo completamente del hombre que nos ocupa, pero hemos de respetar su decisión y las ideas que en sus adentros campeen para que acuda en auxilio de los nefastos plurinominales. Por más que se trate de justificar su existencia con que son la  voz de las minorías, tal y como sucede en las sociedades mercantiles, donde los socios minoritarios, tienen una flaca representación que nunca es respetada ni oída, y como dondequiera se cuecen habas también en estas personas morales mandan los que mandan  y los que mandan son los que manejan el dinero y el dinero es el que manda.