Por: Gilberto Jiménez Carrillo
En el mundo de las ciencias políticas hay pocos campos de investigación tan fructíferos como los relacionados al análisis de los resultados electorales. Esta materia no es tan difícil de comprender, pues una vez conociéndose los resultados, sobran los expertos y analistas políticos de café que saldrán diciendo que les atinaron a los resultados. Lo interesante son las supercherías que se producen antes de las elecciones. La superchería se refiere a un engaño, dolo o fraude. Es la creación o presentación de algo que no es real o auténtico, pero se pretende que lo sea. En política se utiliza la superchería para convencer a los votantes de algo iluso, que no existe, pero se pretende hacerlo real. Como la superchería es creencia falsa y superstición, antes de cada elección, en México y ahora en Durango con motivo de las próximas elecciones para renovar las presidencias de treinta nueve municipios, surgen, como de costumbre, los análisis políticos esotéricos, que por su falta de rigor teórico no pueden ser consideradas como científicos, pero tienen impacto en la interpretación, analizando si el candidato del que se habla retrata bien, viste de tal o cual forma, tiene habilidades o no de comunicación, los colores que usa, el significado de ciertas jerarquías sociales y más elementos que se usan para determinar quién puede ganar una elección. Aquí es donde vienen las confusiones, pues el elector puede pensar que el resultado será el que vaticinan los superchiteros. Lo que este ejercicio o esta forma de realizar predicciones muestra, es que el análisis del comportamiento electoral debe ser acompañado de la mayor evidencia empírica de la que se tenga al alcance, se puede por supuesto recurrir al esoterismo y a la interpretación de expertos de cafetería, pero eso ni es útil, ni ayuda a comprender un fenómeno tan complejo como son las elecciones. La superchería se refiere a una afirmación o una creencia que es claramente falsa o absurda, pero que se presenta como cierta o verdadera. Esta palabra proviene del latín súper, que significa más allá y cheria, que significa cosa valiosa, por lo que se puede traducir como una cosa valiosa más allá de la realidad. La superchería se refiere a la exageración o la mentira para hacer que algo parezca más atractivo o interesante de lo que realmente es. La superchería se diferencia de la verdad en que presenta información falsa o exagerada, mientras que la verdad se basa en la realidad y la precisión. La superchería puede ser utilizada para influir en la opinión pública o para promover intereses personales o políticos. La superchería se utiliza en diferentes contextos para influir en la opinión pública o para promover intereses personales o políticos. Por ejemplo, en la publicidad, se puede utilizar la superchería para hacer que un producto parezca más atractivo o interesante de lo que realmente es. En la política, se puede utilizar la superchería para influir en la opinión pública o para promover intereses personales o políticos. Algunos de los muchos ejemplos de superchera podrían ser un anuncio publicitario que presenta un producto como algo que no es en realidad, un político que presenta una propuesta como algo que beneficia a la sociedad cuando en realidad no lo hace, un artículo de opinión que presenta una información falsa o exagerada con el fin de influir en la opinión pública, un producto que presenta como algo que tiene beneficios saludables cuando en realidad no lo tiene o un comunicado de prensa que presenta una información falsa o exagerada con el fin de influir en la opinión pública. De manera que, una vez conocida la definición de superchería, no hagamos mucho caso de los que la practican, al final los candidatos en Durango serán los que decidan las cúpulas y la clase política, así que los análisis, las encuestas, las entrevistas, los spots, las adulaciones y demás actividades relacionadas con la promoción de algunos aspirantes, son supercherías políticas utilizadas para conseguir candidaturas y votos… engañifas dirían los abuelos.
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