Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo

Por: Iván Ramírez M.
Delgada, firme y elegante como una espiga de trigo moviéndose con el viento. Por eso la oposición pensó que sería fácil caminar por el sembradío y hacerla a un lado con un movimiento de mano; pensaron que hasta podrían pisarla mientras veían alejarse al viejo. Pronto descubrieron que esa espiga traía raíces firmes y creció bajo decenas de inviernos, otoños y veranos que la volvieron perenne.
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se ha erguido de frente al sol, mientras la plaga que se devoró durante décadas los cultivos del país piensa que llegó nuevamente su momento y le han tirado mordidas a quien hoy ocupa la silla presidencial. Pero se les están cayendo los dientes en cada intento, y por eso ya solo saliva con bilis es lo que les brota entre las encías pelonas e inflamadas. Han perdido la cordura y se han vuelto comentaristas de una revista de chismes y críticos en una fiesta de bodas. Señalan la forma en que viste, saluda, sonríe, pero callan tras sus respuestas dignas y posturas estoicas ante los embates de los intereses globales.
Con un coctel de envidia, coraje y admiración, las hermanastras… perdón, quise decir, la oposición, la ven bajar las escaleras de palacio deseando rasgarle el vestido y jalarle el pelo. Pero al tenerla de frente y sentir cómo cimbra cada escalón que pisa, recuerdan lo que un sabio les dijo: “Yo soy fresa a comparación de ella”. Una dama de hierro reconocida en todo el mundo por su corazón en forma de México.
Hay quienes nunca tuvieron el interés por saber más de ella y hasta hoy se meten a ver en internet algunas de sus entrevistas y se ríen rascándose la cabeza pensando “en qué momento pensamos que la señora de las gelatinas tenía posibilidades ante ella”.
Defenderla es algo fácil, pues aporta los elementos para hacerlo así. Es una figura casi imposible de desequilibrar, por eso los más inteligentes opositores han decidido reconocer su liderazgo y cerrar filas con ella en momentos álgidos de la política internacional, pero la oposición más simplona o cuyos intereses han sido tocados o serán tocados solo recurren al invento de historias donde su gobierno se desquebraja en cuanto vuela un pájaro o se cae la hoja.
Decidí escribir sobre la mujer de carne y hueso que mide 1.63 m de estatura y pesa un pueblo, la que cobija con una sonrisa y congela cuando te la quita. Quien ha hecho soñar a miles de niñas con el “sí es posible estar ahí”. Aquella quien dice “es tiempo de mujeres”, pero viniendo de ella NO se refiere a espacios por una cuestión de cuotas o de género, sino por preparación, capacidades, templanza e inteligencia. En pocas palabras ¡TENEMOS PRESIDENTA!