Un día en la historia de Durango… cómo era nuestra ciudad y las grandes diversiones
Por: Pedro Núñez López.
Las salas de espectáculos más importantes eran el Cine Golondrina que estaba situado en la esquina Constitución y de 5 de Febrero donde queda actualmente el Banco Nacional de México, y el Salón Rojo, ubicado frente a la Plaza de Armas, precisamente donde estuvo la Librería Clemente, casa muy conocida, ambos Cines desaparecidos.
Estos salones eran reducidos, anticuados, con capacidad para unas 200 personas a lo más, con sillas de tijera, asientos incómodos, duros; y «gallera» para bancas de pino sin respaldo.
Con puntualidad a la hora anunciada en los programas principiaba la función. Después de tres llamadas que se hacían con una campana o timbre eléctrico se iban apagando poco a poco las luces, unos foquitos chiquitos instalados en el salón, y corriéndose las gruesas cortinas de tela oscura verde o guinda que había en las puertas de entrada comenzaban las «vistas».
La orquesta después de afinar sus instrumentos encendían los focos con pantalla pegados junto a sus atriles, y el ambiente cambiaba de inmediato, alegrando el recinto las notas y acordes de un Paso Doble o Vals de moda. Los de Luneta saboreaban ricos chocolates Larín comprados El Núm. 11, en Las Mariposas o allí mismo, mientras pasaba la película que era de emoción los de «gallera» a tronar piñones y a pelar semillitas, dejando el piso tapizado de cáscaras y bagazos de quiote.
A intervalos se pedía permiso al público para cambiar carbones y echarle agua a la pantalla que era de manta y el aire la movía o podía quemarse, y al final de la función un letrero que decía… «Buenas Noches».
Gozábamos como nunca con Chaplin y el bizco Turpin, pero mucho más con las «vistas» de tejanos en episodios, sin importarnos tener que leer al revés los diálogos, ni estar jorobados toda la función por lo incómodo de las bancas. Los domingos gran función con programas de películas italianas de romance, drama y suspenso, caravantes al piano, un músico joven, delgado, de ojos claros, medio fresco.
A unos pasos de la calle de San Francisco, hoy Madero frente al lado oriente de Las Alamedas o Parque Ortiz de Zárate, en donde actualmente está el local de los autobuses Flecha Roja, quedaba situado el Teatro Lírico, jacalón de madera con techo de teja de lámina de cartón impermeable.
Por la noche se notaba mucho bullicio en la Plazuela de Baca Ortiz, iban y venían gentes, muchos a comprar algún antojo porque frente al Teatro re instalaban noche a noche puestos donde vendían platos de pollo, enchiladas, tacos, café y canela, alumbrados con pequeñas cachimbas de petróleo. También había pasteleros, torteros y otros vendedores, sin faltar los neveros con sus garrafas repletas de helados de mantecado que sacaban de unos pequeños tubitos de hojalata y envolvían en pedacitos de papel de china blanco.
Teatro por donde pasaron las mejores Compañías de Opereta y Zarzuela de aquella época. Tiempo después lo convirtieron en Sala de Cine y luego desapareció. El Teatro Victoria inaugurado en el Centenario, donde se anunciaron los nombres de Sara Iglesias, la Bonoris, Lupe Rivas Cacho, Celia Montalbán, María Caballé, Emma Duval, «La Conesa» y otros distinguidos artistas de fama. Pasó el tiempo y también lo transformaron en Cine, hasta la fecha; una de las Salas más antiguas que estuvo de moda, ahora con palcos y «gallera» llenos de pulgas y corucos de palomo.
Aquí se pasó algunos años de manipulador, dentro de la caseta de los aparatos de Cine, Rafaelito Espeleta.
El Teatro Ricardo Castro o Cine Principal de los más antiguos, que fuera Salón de Patinar y Arena de Boxeo por larga temporada, destruido por un siniestro y reconstruido después, quedando como lo conocemos. Aparte de estos Teatros se inauguró por las calles de Florida el Cine Alcázar que poco duró, y el Cine Olimpia, hoy Cine Imperio.
En los programas de Cine figuraban los nombres de famosos artistas de la época: Rodolfo Valentino, Ramón Novarro, Antonio Moreno, Ricardo Cortez, Chaplin, Harold Lloyd y muchos otros, sin faltar los aguerridos texanos William Duncan, Douglas Fairbanks y Tom Mix, en fiera lucha contra los feroces indios que nos tenían siempre en tensión nerviosa. Lolita del Río, Lupe Vélez, Gloria Swanson, Pola Negri, Mary Pickford y Norma Shearer de moda en las pantallas.
Películas románticas y de episodios emocionantes, de mucha acción y violencia. A las puertas de todas estas Salas de espectáculos vendedores ambulantes de diferentes golosinas y antojitos. El cine era mudo, con asientos incómodos y servicios sanitarios anticuados, llenos de malos olores y bolitas de naftalina.
Fuente información: Como era mi Ciudad, Rodolfo (el Prieto) López, imagen obtenida del libro Durango 450 del Dr. Miguel Vallebueno G. Durango a principios del siglo XX.