Por: Pedro Núñez
El edificio que ocupa actualmente la Comandancia General de la Décima Zona Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional en Durango se remonta a sus orígenes a fines del siglo XVII, aun que no es posible precisar la fecha exacta del inicio de la edificación, sabemos que a fines del siglo XVII era propiedad del Arcediano Francisco de los Ríos, quien la heredó a su muerte a los padres de la Compañía de Jesús, éstos a su vez en el año de 1702 la entregaron al Cabildo Eclesiástico en pago de los diezmos acumulados que las diversas propiedades de la Compañía de Jesús, en la Nueva Vizcaya tenían desde fines del siglo XVII con la Iglesia de Durango.
Es hasta el año de 1860 que tras las leyes de Reforma y una vez secularizados los bienes de la Iglesia el antiguo Colegio Seminario fue expropiado por el Gobierno del Estado para transformarse· en el Colegio Civil de Durango, que años más tarde recibiría el nombre de Instituto Juárez y luego Universidad del mismo nombre, tras la desaparición del Colegio Seminario en el año de 1860, se dispuso que el enclaustramiento de los colegiales que se encontraban estudiando en el Seminario en ese entonces pasaran al Colegio de San Luis que venía sirviendo como retiro del Clero secular, transformándose en nueva cuenta a partir de ese año en el Seminario Conciliar de Durango, de esta época se deben las mejoras en los espacios comunitarios del propio edificio la construcción de nuevas celdas para los colegiales, no se sabe si las celdas correctivas, y las de retiro del Clero secular permanecieron en algún área del inmueble.
A fines del siglo XIX, a partir del año de 1898, y hasta los primeros años del siglo XX, la Iglesia invitó al cantarero Benigno Montoya, quien había realizado algunos edificios importantes en el interior del estado, y trabajaba en el Nuevo Templo de Nuestra Señora de los Ángeles, para que realizara la construcción de una nueva capilla para el Seminario. Esta capilla de un estilo neogótico, con figuras caprichosas y una excelente simetría fue realizada en el ala poniente del inmueble, si bien su estilo arquitectónico no corresponda a los gruesos macizos barrocos y neoclásicos del inmueble, la obra de Montoya se logró integrar de manera afortunada.
El Seminario continúo sus operaciones de manera casi regular, a no ser por algunos pequeños incidentes políticos a fines del siglo XIX, y durante la diferente toma que la ciudad de Durango tuvo durante la Revolución. En 1926 tras el estallido de la llamada Rebelión Cristera, y una vez ordenado el cierre de los inmuebles religiosos por parte del Gobierno de la República, el edificio fue desalojado por el Clero y en su lugar lo vino a ocupar la Comandancia Militar responsable de las operaciones contra los grupos cristeros de Durango.
Luego de firmados los acuerdos de 1929, en los primeros años de la década siguiente el Obispo González y Valencia inició algunas acciones para recuperar el inmueble que ocupara el Colegio Seminario, sin embargo un nuevo estallido armado protagonizado por algunos grupos cristeros del sur de la entidad, impidió que se concretaran los trámites iniciados por el Arzobispo González y Valencia.
En diciembre de 1962 por gestiones del arzobispo, Antonio López Aviña, fue posible que la antigua capilla del Seminario, labrada por Benigno Montoya, fuera devuelta para el culto católico de los duranguenses, la puerta de acceso que tallara Montoya al interior del inmueble fue desmontada y colocada de nueva cuenta en la cara poniente del edificio para permitir el acceso directo de la calle de Independencia, así el 18 de febrero de 1964 abrió de nueva cuenta la capilla del antiguo Seminario Conciliar bajo la advocación de San Martín de Porres.
El resto del inmueble ha permanecido desde 1926 bajo la custodia de la Secretaría de la Defensa Nacional, y ha recibido trabajos de mantenimiento general que permiten que el inmueble se haya conservado adecuadamente.
Son de destacarse las obras que de la remodelación, conservaron y liberación de espacios se han venido realizando. Información de revista amar a Durango, Fuente: Javier Guerrero, imágenes de Alberto Martínez y del autor.