Por: Pedro Núñez López

Desde la fundación de la ciudad en 1563 siempre se a requerido vigilancia dentro de la misma, tanto por las invasiones que existían en aquellos tiempos, como para controlar a los habitantes, por lo que se implementó la Policía o Guardianes del Orden de la ciudad, estos hacían que todo estuviera en sana paz y tranquilidad, pero no faltaba uno que otro habitante que se pasara de listo, embriagara, se dieran pleitos o se abusara de la fuerza sobre otro ciudadano y fueran remitidos a la cárcel que existía en una de las casas consistoriales que era donde el Gobernador tenía sus oficinas; esta se ubicaba en donde hoy es la Plaza de Armas, en la parte norteste y abarcaba desde lo que son hoy las Fuentes, hasta el camellón de la hoy calle 20 de Noviembre.

Por lo que si algún reo se intentaba fugar y lograba llegar a catedral obtenía inmunidad eclesiástica y sí, hubo algunos que así lo lograron, después se cambió la cárcel a la parte trasera del convento de San Antonio, ubicado en ese tiempo en la calle Mayor, hoy conocida como 20 de Noviembre, en el tramo de Madero a Patoni.

Cabe señalar que en esta cárcel estuvieron detenidos los insurgentes que venían con el cura Hidalgo, eran seis personas, dentro de ellos los llamado Ignacio Hidalgo y Muñoz, quien realizo una fuga apoyado por una señora de la ciudad. Pero luego fue apresado en la hacienda de Morga, siendo degradados y ejecutados; posteriormente los seis  miembros de la iglesia en el cerro de La Cruz a un lado de la garita norte de la ciudad, mientras que Hidalgo fue trasladado a la ciudad de Chihuahua donde fue ejecutado.

También en esta cárcel surgió la famosa leyenda del alacrán, todo esto en tiempos de la colonia.

Después de la independencia siguió existiendo la Policía o Guardianes del Orden y por supuesto los militares que  dependían del centro de la República, mismos que fueron reducidos a la nada, en la invasión francesa por el ejército Zuavo, mientras tanto el presidente Juárez, reorganizaba la República y hacia que el invasor se retirara luego se formó y organizo la ciudad de nuevo nombrando a un nuevo jefe político, llamado Manuel Landa y Francisco Gómez Palacio, que quedaron a cargo del cuidado de la ciudadanía, en donde a veces los militares se hacían cargo de esto y todo siguió su curso hasta que inicio la revolución, en donde Durango perdió toda su producción, ya que existían más de 240 haciendas en todo el estado y no quedo ninguna de ellas, además de que la ciudad fue saqueada e incendiada, provocando una sequía y hambruna terrible y a ello se le agrega la gripe española en 1918, que mató a la población.

Una vez que llega la aplicación de la constitución de 1917 en donde los partidos (municipios) comenzaban a tener policías a su cargo para brindar seguridad a la ciudad, los militares fueron puestos en cuarteles y la cárcel, ubicaba en ese entonces en la calle Juárez, entre Negrete y Aquiles Serdán, donde hoy son las oficinas del Seguro Social, se trasladó a lo que hoy es la Presidencia municipal, en el lugar donde hoy sesiona el Cabildo.

Poco a poco se fueron adquiriendo vehículos para el servicio de la Presidencia, la gente les puso el nombre de Julias, y conforme fue creciendo la ciudad también creció el servicio de seguridad al adquirir mas vehículos y contratar más elementos, para los años 80’s, se reubicó en diferente demarcaciones y fue retirado junto con el Cuerpo de Bomberos a otras instalaciones.

Informacion e imágen obtenidas del grupo Durango Antiguo del Facebook.