Cultura

Un día en la historia de Durango… La Virgen del Valle

27/07/2019 - Hace 5 años en Durango

Un día en la historia de Durango… La Virgen del Valle

Cultura | 27/07/2019 - Hace 5 años
Un día en la historia de Durango… La Virgen del Valle

Por: Pedro Núñez López

Después del desastre sufrido por los michis en el Cerro del Sacrificio, cuyo hecho hemos narrado en otra leyenda, Francisco de Ibarra tuvo noticias de que la tribu michi se reunía violentamente en su capital, y temeroso de que la continuación de su viaje dejando desamparada la región fuera tomada por los indígenas como un síntoma de debilidad, optó por dejar en la comarca al capitán Juan Vicente Zaldívar, encargado de someter a los indígenas de la misma. Así, quedaron los capitanes Quiroga, Santoyo, Sancho de Cabrera y Juan Salas; los dos primeros recibieron después como encomiendas los ranchos que hasta la fecha conservan sus respectivos nombres, mientras que Juan Salas operó por el rumbo del Calabazal.

La esposa del Capitán Zaldívar, quien recibió también como encomienda la Hacienda del Mortero y el rancho hoy llamado de San Luis, era Doña María de Oñate, hermana del conquistador de Nueva Galicia (Jalisco), Cristóbal de Oñate.

Según la tradición, Sofía María era una mujer muy virtuosa, caritativa y devota, y con frecuencia recorría los lugares circunvecinos socorriendo a los pobres y esforzándose por el mejoramiento material y espiritual de los mismos.

Cierto día, y por el año de 1560 aproximadamente, al salir del pueblo de Súchil donde había una misión, Doña María vio en la cumbre de un mezquite una muñeca y ordenó se le trajera, depositándola en una petaca y partiendo luego rumbo al mortero. Al llegar a su casa buscó la muñeca y no fue poca su sorpresa al convencerse de que la «rorra» había desaparecido. Inmediatamente mandó se le buscara la muñeca y dos sirvientes salieron a caballo, sorprendiéndose al encontrarla en la cumbre del mismo mezquite donde había aparecido. La depositaron cuidadosamente en una cajita volviendo a la casa de su ama y sorprendiéndose nuevamente cuando al ser abierta la caja no se encontró ni rastro de la traviesa muñeca.

Ya intrigada Doña María ordenó pusieran su coche y regresó al Súchil encontrando de nuevo a la muñeca en la cumbre del árbol, donde por primera vez se había aparecido. Fue de nuevo aprisionada ésta, y con innumerables precauciones conducida a la hacienda, donde recibió una nueva decepción la señora, pues su hallazgo había otra vez desaparecido.

Volvió la señora al Súchil y encontró la muñeca en el mismo lugar, llegando al colmo su asombro cuando, al ir a apearla de nuevo la muñeca de referencia desapareció. De todo esto, dedujo Doña María, que aquella muñeca era una santa cuyo deseo era que se le erigiera en aquel sitio una capilla. Y poseída del mayor celo religioso, se decidió a cumplir desde luego los deseos de la santa, a la que se dio por nombre el de “Purísima Concepción del Valle del Súchil”. Llamó a algunos vecinos con objeto de colocar inmediatamente la primera piedra del templo, contándose que al dar el primer barrazo con tal fin, brotó allí, por encanto, un ojito de agua, habiendo personas que creen ingenuamente que el mencionado Ojo de agua, existe bajo el altar mayor de la parroquia.

El templo que entonces se construyó es el que actualmente existe y en cuyo atrio se encuentra todavía el añoso mezquite en cuya cima se apareció la virgen un día 8 de diciembre, fecha que anualmente se conmemora en el pueblo con grandes fiestas. Aquel fue un ardid con objeto de hacer que los indios creyeran en la virgen y se prestaran para hacer el templo.

Fuente: libro de Everardo Gámiz, página 93, imagen del mismo libro, elaborada por: Rodrigo Avalos.

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