Por: Pedro Núñez
Un día en la Historia de Durango se iniciaron las fiestas de Carnaval en la tradición Duranguense, las fotografías que aparecen corresponden al evento de ese entonces y fueron subidas al grupo de Durango Antiguo por la Señora Victoria Peralta en la coronación de una de las fiestas del Carnaval de la época, agradezco su comprensión y espero sus comentarios además de que hasta el final viene las fuentes consultadas siendo los títulos siguientes.
Las fiestas de carnaval en la tradición duranguense
El juicio y entierro del mal humor
Tiempos traen tiempos
Después de las rumbosas Fiestas Carnavalescas de Primavera, que marcaron muchas líneas de acción en los gobiernos sucesivos dado que éstas se volvieron el mejor escaparate para exhibir los progresos y éxitos en la difícil tarea de gobernar.
Sería hasta el año 1929, cuando el Gobierno del Estado y del municipio de Durango, se organizaron en la propuesta de llevar a cabo las fiestas de carnaval con el propósito de darles un enfoque no únicamente local, lo que había venido sucediendo hasta ese momento sino regional, pensando en los estados vecinos al nuestro, para ello se conforma un comité profiestas carnavalescas en 1928, un comité en toda forma donde se incluyó a toda persona de reconocido prestigio social, político y económico en la entidad, es decir, a los notables que por su posición dentro de la sociedad pudieran aportar los suficientes recursos para tal empresa. Por supuesto que se les reunió y convenció de las bondades que tendría para el estado, pero sobre todo, como un motor que sacara al comercio duranguense de la postración en que estaba prácticamente desde los primeros años posteriores a la lucha armada, como sabemos, Durango por su geografía desfavorable a las rutas naturales del comercio, estaba sufriendo una larga recesión que ya era insoportable y si a esto le agregamos las luchas armadas provocadas por el conflicto religioso en donde Durango era bastión importante de los llamados «cristeros», lucha que al pasar al terreno urbano, dividió a la sociedad y provocó enconos en las familias. De modo que, organizar unas fiestas populares era lo más indicado para de alguna forma paliar dichos males sociales.
Las fiestas de 1929, por primera vez se hicieron en tiempo y forma, es decir, para los días de carnaval que marca el calendario. El programa de los carnavales durangueños siempre estuvo marcado por directrices muy singulares a imagen de otros famosos carnavales en la República mexicana.
Como una herencia de festejos ocurridos en el siglo XIX, consolidados entre la sociedad del Porfiriato Durangueño, hubo eventos que nunca cambiaron su estructura, como los combates de flores y la guerra de confeti, la elección por supuesto de la reina del carnaval y la del rey feo, aunque después sólo se le llamó: «rey del carnaval». Los bailes, que perfectamente delimitaban los estratos sociales ya que para el pueblo llano, estaban las plazas públicas y algunos salones y para la clase media el Casino Durangueño, reflejo del aquel antiguo Richeliu, en donde se daban cita todas las damitas y caballeros que reflejaban un estatus social de media para arriba. Los refinados y aristocráticos señores del dinero y sus señoras esposas, casi siempre festejaban en algún domicilio de uno de ellos, cuando no tenían que departir títulos en algún evento al cual eran invitados de honor al que acudían sin dilación para hacer sentir su poder ante la gente. Creo que en esto, existen invariables coincidencias con los momentos actuales, sólo que ahora los lugares de reunión son además de los domicilios, algún puerto donde se reúne el llamado «Jet Set» mexicano.
En los carnavales de los años treinta, como la espuma, fue subiendo de tono en su organización al grado de ser muy conocidos en muchos estados del país, fuera de los que se realizaban en los puertos de reconocida tradición carnavalesca. Regionalmente, Durango se convirtió en un punto de reunión de aquella gente que buscaba diversión intensa durante los cuatro o cinco días que duraban, a su convocatoria que siempre era durante el mes de enero, pronto acudían todos los grupos sociales para inscribirse en la galana justa de las candidatas a reinas del carnaval. Así, los estudiantes del Instituto Juárez, junto a otros de otras instituciones, apoyaban a sus favoritas para llevarlas al trono, otras asociaciones también proponían a las suyas, apoyadas por sindicatos y grupos sociales, incluso se llegó a mandar representantes de la belleza durangueña al Carnaval del puerto de Mazatlán y de allá también, así como de Torreón, enviaban a sus embajadoras de la amistad. De esa forma Durango y los duranguenses, en menos de diez años logran realizar un evento social que por su importancia y magnitud atrajo a mucha gente no únicamente del interior del estado, sino de otras entidades del país que visitaban la bella ciudad de Durango, no obstante la época invernal, el calor humano que aquí se vivía la hacía atrayente. Aunque poco se ha investigado respecto a si estas fiestas anuales cumplieron con el objetivo de reactivar la economía local, debemos suponer que si se cumplió en mucho con tal meta ya que el volumen de personas que la ciudad recibía era considerable.
Las fiestas carnavalescas durangueñas, pronto se convirtieron en una anécdota familiar, el tiempo y el olvido fue encargándose de echar tierra sobre éstas y la gente siguió viviendo la singular cotidianidad durangueña, sólo interrumpida de vez en cuando por algún suceso público que pronto es olvidado como suele suceder en estos casos. Así funciona la memoria colectiva en los hechos históricos. En los años por venir, hubo más carnavales pero ya nunca serían los mismos, ya nunca lograrían entusiasmar a los grandes públicos pero sobre todo, ya no se vería más aquella integración social que se vivió en esos años treinta en Durango.
Fuentes: Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Durango Segundo semestre 1926 Primer y segundo semestre 1927
«Revista Durangueña» Números consultados: 624 15 de febrero de 1927, 627 24 de febrero de 1927, 646 29 de marzo de 1927, 64731 marzo de 1927, 655 18 de abril de 1927, 657 20 de abril de 1927, 658 22 de abril de 1927, 661 27 de abril de 1927, 662 28 de abril de 1927, 663 30 de abril de 1927, 666 7 de mayo de 1927
Periódicos Oficiales del Gobierno del Estado de Durango, Años 1929, 1930, 1931, 1932, 1933, 1934, 1935, 1936, 1937, 1938, 1939.
«Diario de Durango» Años 1929, 1930, 1931, 1932, 1933, 1934, 1935, 1936, 1937, 1938, 1939,