Por: Pedro Núñez López
Dentro del área del caserío más importante, en el mismo corazón de la ciudad, estaban los callejones conocidos, uno como el de Escribanos, desaparecido, que lo formaban los costados del Palacio Municipal y el Hotel Richelieu, frente a nuestra gran Catedral, callejón donde estuvo situada la estatua de Don Guadalupe Victoria, el Registro Civil y algunas Notarías, que comunicaba a la Plaza de Armas; el callejón del Arco, al lado sur del Jardín Victoria frente a Palacio de Zambrano, hoy Casa de Gobierno; el de Las Mariposas, entre Constitución y Juárez, con vista al Templo del Sagrario y Universidad; el de Rebote entre Gabino Barreda y Gómez Palacio; el de Santa Ana al lado norte del templo, y el de la Cerrada de Progreso, muy mentado, conocido como el Callejón de Sal si Puedes y muchos más.
Cuando llegaban las lluvias muchas de nuestras calles por su falta de pavimento se convertían en grandes charcos, lagunas y lodazales, que duraban semanas llenos de agua y tepocates, aguas estancadas, corrompidas en algunos lugares, pudiéndose oír por las noches en todos rumbos de la ciudad, el croar o cantar interrumpido de los sapos, que duraba horas enteras, mientras los habitantes dormían arrullados por la música de estos pequeños seres aplastados de ojos saltones que gozaban con la lluvia, el silencio y la oscuridad.
Heredamos de la Colonia gran parte de nuestros bellos y hermosos Templos e Iglesias, uno de ellos San Juan Bautista de Analco, el más antiguo, con su Curato, hoy Escuela Oficial; nuestra majestuosa Catedral con su gran balaustrado de fierro, fundido por Cerro de Mercado, que le fue arrancado por manos destructoras en tiempos de la Revolución; el Templo de Nuestra Señora Santa Ana, el de San Francisco, con sus portales de Tercera Orden o Convento Franciscano, (desaparecido) el de San Juan de Dios, contiguo al viejo Hospital Civil; el Sagrario, el hermoso Templo de San Agustín donde se venera a Nuestro Padre Jesús, Patrón de la ciudad; el Templo de San José, el de los Ángeles, San Miguel y el Carmen, el Templo del Sagrado Corazón de Jesús, hoy terminado; El de Nuestra Señora del Refugio en Tierra Blanca, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, al pie del cerrito del Tepeyac, y la Iglesita de Nuestra Señora de los Remedios, sobre el cerrito de su nombre. A excepción del templo de Los Ángeles, San José, San Miguel y el Refugio que corresponden a este Siglo, el resto de los templos fueron construidos en siglos anteriores. Catedral, San Agustín y San Juan de Dios, con campanas y esquilas de sonidos inolvidables.
Además de los Templos católicos estaban al bajar el puente de la calle de Luna, un templo Bautista, ahora reformado; y en el crucero de Zaragoza y Gabino Barreda, otro Templo Metodista, lugares sin duda muy concurridos a los servicios por Evangelistas y otros religiosos. Los domingos se podía oír al pasar frente a estos recintos, cantos en coro acompañados de música de armonio y palabras del Evangelio, pronunciadas por fervorosos pastores; también se escuchaban pasajes de la Biblia recordando al Señor. No faltaban una o dos Logias Masónicas.
Aún se conservan muchos edificios de influencia colonial, entre estos el Palacio de Zambrano, a la fecha Casa de Gobierno; el Palacio Municipal y Hotel Richelieu de espaldas a nuestra Catedral, (desaparecido), el Almacén de los Damm, de bellísima fachada y construcción, en crucero de 5 de Febrero y Madero; por su puerta principal que estaba empedrada entraban carruajes tirados por bonitos caballos, con una fuente en el interior del edificio, ahora reformado; el Arzobispado, que fuera Escuela; el Instituto Juárez ahora Universidad, que abarca Normal y después Departamento de Salubridad y Asistencia Escuela de Música, Pintura y Escultura; el Banco de Londres y México, donde ahora se encuentra la nueva farmacia Regina; la casa habitación de Don Luciano Veyán, hoy Hotel Roma; el teatro Coliseo actualmente Victoria y el Cine Principal; el Hotel París y San Carlos, antes San Carlos, el más antiguo; la residencia de la familia Gurza, donde están a la fecha las oficinas Periódico «El Sol de Durango; el Hospital Civil, contiguo templo de San Juan de Dios fundado el año de 1719; la antigua Escuela Normal del Estado, antes Colegio Juan Hernández y Marín, en Negrete y Bruno’ Martínez.
El Seminario Conciliar de Durango de vieja construcción tipo convento, local que ocupa desde hace varios años la 10ª Zona Militar; la Casa de moneda, donde estuvo hasta nace poco tiempo la Oficina Federal de Hacienda, (hoy ubicada en la calle Constitución frente a la plaza de armas), en un moderno y funcional edificio, el Portal de las Palomas con sus puestos de frutas y otras muchas cosas, en 20 de Noviembre y Juárez, (desaparecido); Portales de Tercera Orden y Cárcel para Mujeres, construcciones demolidas en plena época revolucionaria, situados en la calle 20 de Noviembre, en la cuadra que ocupó el Edificio Mendivil y comercios siguientes hasta llegar a la calle Pasteur; el Banco de Durango, hermoso edificio cambiado por el actual cajón de vidrieras y láminas de mármol que se conoce como Banco de Comercio, un enorme contraste, posteriormente se trato de volver al pasado reconstruyendo la fachada. La casa de la familia Gómez Palacio, que fuera en un tiempo Presidencia Municipal, conocida por El Aguacate, después Biblioteca y últimamente Escuela, frente al Cine Durango, crucero de Aquiles Serdán y’ Victoria.
La residencia de la familia Escárzaga, ahora Palacio Municipal de la Capital; el Mercado Gómez Palacio, de cuatro cuadras en cuadro su tamaño; La Rebocería que fuera Almacén de Ropa y Novedades, después Paletería Excélsior; la Librería La Enseñanza, El Palomar, donde estuvieran las oficinas de la Cía de Luz y Fuerza del señor Don Julio Guerrero, edificio que años más tarde desapareció consumido por un incendio; El Ciprés, en 5 de Febrero y Zaragoza; la casa que ocupó el Club Durango donde está SYR a la fecha; la Penitenciaría del Estado, edificio gigante en el centro de la población; el Cuartel Colorado y de Rurales, en la Plazuela de Baca Ortiz, hoy Cuartel del 35o Batallón de Infantería, con sus piletas altas de cantera pintadas de colorado y sus truenos, sus soldados y águila de cantera sobre el pretil y junto a la puerta de entrada un torreón de mampostería con aspilleras, que servía de protección para la vigilancia nocturna, (desaparecido) y su corralón que en gran parte se utilizaba para estercoleros, basureros y escusados de los vecinos de las calles de Canelas y’ Zarco, con tapias bajas de adobe destruidas, lugar que por las noches estaba lleno de soldados mariguanas y borrachos; la casa que fuero de Don Juan F. Paura, comerciante y comisionista, en 5 de Febrero y Progreso, hoy morada de don Jesús H. Elizondo, construcción fuera, recio fachada y ventanas de bolados muy gruesos y grandes, adornando’ su pretil algunas figuras de cantera a manera de penachos labrados por manos de verdaderos artífices.
Buena parte de las casas situadas en las manzanas contiguas a la Plaza de Armas y Catedral eran fincas de viejo estilo, con hermosas portadas y artísticos adornos hechos de cantera, de antiguos barandales llenos de filigranas y gruesos ventanales; casos de techos altos, con vigas y puertas de madera de sabino, de eterna duración. El resto del poblado aunque también antiguo era de adobe y cantera, de un solo piso las casas, sobre todo por los barrios. En el centro dominaban las construcciones de dos pisos con banquetas de losa.
Fuente: Libro «Como era mi Ciudad» de Rodolfo El Prieto Parra; imágenes obtenidas del grupo Durango Antiguo del Facebook.
Un comentario en "Un día en la Historia de Durango… nos muestra como era nuestra ciudad"