Un día en la Historia de Durango

Por: Pedro Núñez López.

Retomando nuestro viaje al pasado, recorremos los diversos lugares de diversión conforme fueron pasando los años y con las nuevas aperturas de negocios y el cierre de los no tan afortunados en sostenerlo, en donde encontramos cantinas de menos categoría La Covacha de Don José Parra; en Pasteur y Gómez Palacio estaba el Club Verde, aguaje de buen mezcal con botana de membrillo o limoncito; frente al Jardín Hidalgo se encontraba El Casino, de Don Ernesto Espinosa, que nos acompañaba a saborear a darle el «punto» a su magnífico Tepemete, establecimiento muy visitado por gente del riel. Por el barrio de Tierra Blanca quedaba El Pilón de Oro, famoso por su clientela de amalados zapateros, también La Borrasca era de fama y La Pasadita, así como muchas más que por falta de espacio sería bueno nombrarlas y siempre llena de «pandos hasta el copete» y «crudos», gente pobre, ignorante; antros oscuros, tenebrosos, fétidos, llenos de peligro y suciedad. Por 20 de Noviembre estaba La Mariscala y por Zarco y Ciénega El Sol, cantinas de última clase, campo de concentración y Cuartel General de todos los borrachitos consuetudinarios, perdidos, enfermos, desahuciados «catarrines».

Nos cuenta mi amigo el Lic. Juan Antonio Molina que su papa compró la patente del bar: «La Chiquita» (actualmente mismo lugar Madero entre Pino Suárez y 5 de Febrero, también estaba el Salón París en Hidalgo y Gómez «El as de Oros» Hidalgo y Gabino, «El Río Rosas»,  Independencia y Pereyra, esquina Sur- Poniente «El Tepeyac» Felipe Pescador, frente a la antigua Inspección de Policía El Mercadito; «El Centro Ferrocarrilero» Felipe Pescador.  Cerca de la Antigua Estación; «El Cairo» Bruno Martínez y Hernández; La Vencedora originalmente en Gómez y Guadalupe ; después a fines de los 50’s en Gómez y Borrego «El Pilar de Ases» todavía en Costa y Pereyra ; El Nueva York en Guadalupe y casi Hernández; otra que no recuerdo su nombre en Hernández y Guadalupe, El Club Verde, todavía en la actualidad Gómez y Patoni, así como «El Bar Durango», cerca de Cantarranas “La Carabina en Tierra Blanca, Gómez Farías y al parecer Aldama «El Caballo Blanco”, Tierra Blanca» El Rhin” Coronado entre Hidalgo e Independencia, «Las dos B» en Coronado y Fénix, y como 20 más.

Las cantinas en general tenían entre sus licores y bebidas, expendio para sus clientes de mezcal de sabores; de guaje para el pulmón, de salvilla para el estómago, aguacatado, de naranja, de histafiate y de pasas para la tos. Naturalmente que estos establecimientos eran de segunda, para gentes sencillas sin pretensiones que diariamente iban a hacer «la mañana», a echarse un «pisto». Era seguro ver a maistros albañiles, zapateros, sastres, carpinteros, pintores y panaderos; la raza que más fácilmente deja el «chivo» en los mostradores de las cantinas.

Además, había algunas Pulquerías situadas por las orillas de la ciudad, establecimientos adornados con espejos corrientes, papeles de colores en forma de cadenitas y banderas, almanaques con desnudos y una o dos guitarras llenas de listones de seda colgados y una o dos guitarras llenas de listones de seda colgadas de algún clavo o clavijero; sillas, bancas y mesas para los parroquianos. Funcionaban con mayor brío en primavera, temporada de la cosecha del pulque y tenía éxito de marzo en adelante hasta llegar las lluvias. La clientela siempre numerosa, soldados y jornaleros, más bien gente del pueblo.

Luego llegaron las alegres pianolas con mucho éxito y el jazz de música sincopada, alegre y formidable, con sus banjos, trombones de varas, clarinetes, saxofones y trompetas. Qué emocionante y qué padre. Imagen obtenida del Grupo Durango Antiguo del Facebook, información obtenida del libro como era nuestra Ciudad de Rodolfo el Prieto López.