Este 10 de mayo se celebra a quienes tienen el don divino de ser madres; ellas son la principal figura de amor y protección para los mexicanos, sin importar la edad que los hijos; hombres y mujeres tengan. Ellas dan vida; son guerreras que luchan cada día por darles a sus hijos la mejor vida posible, por sacarlos adelante en la enfermedad y por llevarlos por el buen camino.
En el programa sabatino “El Averiguadero”, que se transmite por Canal 15, se rindió un homenaje a las madres, por su entrega y amor. Para hablar de este “Don Divino” participaron Sandra Máyela Carlos Hernández, mamá de Lupita, «la princesita dormida»; María del Rayo Campos Gallegos, nana cuidadora de la Casa Hogar DIF; Diana Euzarraga y el Padre Noé Soto, vocero de la arquidiócesis.
“Realmente podemos decir que si la sociedad tuviera más gestos maternos, seriamos una sociedad mucho mejor”.
Don Divino
La maternidad puede considerarse como el resultado propio de la naturaleza y funciones biológicas de la mujer. Sin embargo, también se considera un don divino ya que desde que Dios crea al ser humano existe la necesidad de las dos partes.
«Por un lado está el amor, la ternura, el sentimiento, la protección y el transmitir emociones positivas».
La otra parte es, la figura paterna que representa la autoridad; la frialdad y un poco más los racional. Ambas cosas son complementarias y necesarias para el ser humano, señaló el padre Noé.
El instinto materno, dijo, es impresionante y los humanos como parte del reino animal, también tenemos el instinto de protección de parte de las mamás; para enseñarnos a vivir con nuestras emociones, transmitiéndonos amor y seguridad.
«En la iglesia decimos que es tan importante la figura materna que hasta Dios quiso tener una. Por eso. Jesús en la santísima Virgen María, nos deja el modelo de madre que está ahí desde el nacimiento; y luego lo acompaña en su crecimiento, guiándolo e impulsándolo. Los hijos somos el reflejo de mamá».
Las madres dan la vida biológica, pero también nos enseñan a vivir en el sentido más pleno de la palabra; por eso cuando sentimos alguna pena recurrimos a mamá sin importante la edad que tengamos. Las mamás siempre dan la vida por sus hijos y es impresionante todo aquello que hacen, porque sacan fuerza de donde no la hay.
«Ellas se sacan el pan de la boca para dárselo a sus hijos y se sobreponen a cualquier cosa para sacarlos adelante».
Diana
Diana es madre de Jorge, un niño de 11 años; ella tiene dos empleos para sacarlo adelante y reconoce que esta tarea no ha sido fácil, pero la hace con mucho amor.
«Me llena mucho de orgullo que él me dice que soy muy trabajadora; porque pienso que es un ejemplo que yo le doy y creo que estoy haciendo bien las cosas para enseñarle a que vaya por el buen camino».
Dijo que, cuando se embarazó tenía 20 años y no lo tenía planeado; pero cuando me enteré me puse muy contenta “pensé: si Dios me lo mandó, fue por algo. Nunca pensé en no tenerlo y la verdad es que mi niño me cambio la vida para bien”.
Soy mamá soltera y me siento muy contenta de tener a mi hijo; «afortunadamente mi madre y mi familia me apoyan. Tener a mi hijo me hizo madurar mucho y me ha dado mucha fuerza para hacer proyectos y salir adelante.
“Una vez cuando él era chiquito, se me enfermó grave y me preguntaron si estaba bautizado; respondí que no. Luego fue el padre a bautizarlo, y Dios obra en todo; porque al día siguiente mi hijo estaba como si nunca se hubiera enfermado”.
Mencionó que hay ocasiones en las que escucha a mamás decir que se sacrifican por sus hijos, «pero yo no lo veo así, porque lo que hago por él, es con mucho amor».
Rayo, mamá de corazón
María del Rayo, es nana en la Casa Hogar del DIF Estatal, desde hace cuatro años y medio. Señaló que ella no tuvo hijos biológicos, pero el gran amor que posee lo entrega a los pequeñitos que tiene a su cuidado.
«Gracias a la señora Elvira Barrantes, llegue ahí a trabajar. Cuando entre a donde estaban los niños sentí mucho amor por ellos y hasta ahorita; para mí, tanto los niños chiquitos como los grandes son iguales y los amo».
Señaló que ella no es mamá biológica, y para ella es un gran privilegio el estar ahí. «Atiendo a niños lactantes y soy muy cariñosa con ellos, de hecho me reconocen y me dicen ‘mamá Rayito’, no se imaginan lo bonito que siento”.
«Cuando ellos se van con sus papás adoptivos a uno le da tristeza, pero a la vez te da muchísimo gusto porque van a su hogar a ser felices. Me siento muy feliz cuando veo a estas familias porque tanto los nuevos padres necesitan el amor de un niño como los pequeños, necesitan el amor de sus papás».
Muchas veces hace oración para que los niños tengan un hogar; “había una niña que incluso quise adoptar, pero no se puede. Sin embargo, un día llegaron por ella; me dio mucha tristeza, pero también mucho gusto y a la fecha le tengo mucho amor y ella me recuerda”.
Sandra y su «princesita dormida»
Sandra es mamá de Lupita, «la princesita dormida»; también de Karla y Esther. Ella junto con su esposo, ha luchado por sus hijas; sobre todo ha dado la batalla para que Lupita recupere su salud.
Como madre está pendiente de Lupita, las 24 horas, de los siete días de la semana. «Lupita está evolucionando de su cirugía y cuando salió de quirófano le apreté su manita y apretó la mía».
«Como mamá, agradezco que Dios haya tocado el corazón de muchos duranguenses y de personas de otras partes, porque eso hizo posible las cirugías de Lupita. Ahora le han hecho estudios y sabemos que ella nos escucha, razona. Vienen más terapias neuronales, hay muchos avances; con mi flaca siempre hay sorpresas”.
Sandra compartió que a Lupita le gusta mucho recostarse en su cuello, lo cual es muy bello. «Ella es un milagro muy grande, porque la última vez que se puso grave los médicos nos dijeron que nos despidiéramos de ella».
Es muy difícil entregar un hijo a Dios, pero le pertenecen; sin embargo, al hacer eso ocurrió que al día siguiente ella estaba mucho mejor y fue posible viajar a Guadalajara para su cirugía. La primera intervención fue muy fuerte; el médico dijo que él hizo su parte y que lo demás estaba en manos de Dios.
“Me acerque a ella y le dije: hija tu eres muy luchona y yo te amo; ella me apretó el dedo”. La verdad es que muchas veces te vas para abajo por el cansancio o lo que sea; pero ella siempre tiene una forma de estimularnos con amor porque ella es puro amor”.
Dios nos levanta y no nos abandona. No sé qué haya más adelante para Lupita pero ella ha sido una enseñanza de amor.
Mamás que están en el cielo
El padre Noé, resaltó que a las madres que ya fallecieron las tenemos que honrar con nuestro recuerdo y con nuestra oración. Con el recuerdo porque son muchas experiencias vividas y heredamos mucho de ellas, por eso son parte de nuestra vida para siempre.
La palabra recordar viene del latín re-repetir y cor-corazón; entonces recordar es volver a pasar por el corazón, y a nuestras mamás siempre las tenemos en el corazón.
El Día de las Madres es un día muy especial para orar por ellas, porque nosotros tenemos una gran intercesora en el cielo cuando se van con Dios. No las perdemos en la tierra, las ganamos en el cielo; y entonces así como me cuidaba en la tierra, sigue intercediendo por mi desde Dios, para cuidarme mientras sigo caminando por aquí.
Hay que darle gracias a Dios siempre por nuestras madres aunque ya no estén en la tierra, y celebrarlas siempre porque su recuerdo es muy importante.
Por darnos la vida, su amor, cuidados y por guiarnos en la vida, solo podemos decir ¡felicidades mamás!
