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Fueron a «pasar el mensaje» y encontraron a un hombre invisible

25/05/2021 - Hace 4 años en Durango

Fueron a «pasar el mensaje» y encontraron a un hombre invisible

Local | 25/05/2021 - Hace 4 años
Fueron a «pasar el mensaje» y encontraron a un hombre invisible

Es invisible para todos, pero nació en Michoacán y lo refugiaron en Durango, se llama Manuel Corona, tiene 63 años y desde hace 12 vive en Durango, donde lo cuida Gerardo Molina, director del centro de rehabilitación GAPAD.

«Un buen día fuimos a Río Grande Zacatecas, como de costumbre a pasar el mensaje, y debajo de un puente (en la entrada a esa localidad) divisamos una persona», relató Gerardo.

Al bajar encontraron a un hombre semidesnudo, que solo traía un short. Recuerda que estaba «golpeado, no hablaba», la respuesta de Gerardo y su equipo de jóvenes, que «pasaban el mensaje» de AA (Alcohólicos Anónimos), fue subir a la víctima a la camioneta y llevarla a la policía, en donde «no lo aceptaron, no quisieron ayudarnos».

También acudieron a la Presidencia municipal en donde autoridades confirmaron, que el hombre vivía en las calles, algo que consideraban normal.

«Por humanidad», lo trasladaron a Sombrerete, Zacatecas, donde Gerardo Molina tenía un grupo de rehabilitación cuyo médico se encargó de curarlo. Luego de seis meses empezó a hablar, sin embargo, al poco tiempo se percataron de que Manuel no hilaba ideas.

Nadie lo buscó, nadie sabía de él, y junto con Gerardo Molina y su familia viajó a Durango, ya que se vieron obligados a cambiar de domicilio.

Ya en Durango capital, luego de dos años de haber encontrado al hombre desconocido, recibieron un mensaje en el Facebook, desde San José, California. Eran dos mujeres que vieron a Manuel en uno de los videos que se compartían del centro de rehabilitación GAPAD, que dirige Gerardo Molina.

«Se parece a mi padre», dijeron, aunque lo dudaban porque a ellas sus parientes les habían informado que su papá había muerto siete años atrás.

«Nos dijeron que había muerto, que lo habían atropellado», recordó el entrevistado, al referir lo que le respondieron las hijas del hombre.

Aunque estaba vivo, la verdad es que sí lo habían matado, Manuel Corona no existía hasta que esos hombres «raros», porque hicieron lo que nadie, lo salvaron de morir debajo del puente de Río Grande.

Gerardo Molina indicó que las hijas de Manuel no han podido venir por él, ya que son indocumentadas, en Estados Unidos.

No obstante, le dieron información sobre el origen del hombre. Nació en Tzintzuntzan, Michoacán, por lo que acudieron al DIF municipal, pero también «me negaron la ayuda», lamentó Gerardo.

Tras esto, decidió ir a Morelia, donde se encuentra el DIF estatal, organismo que tampoco se quiso hacer cargo. «Me entrevisté con la presidenta del DIF y nada más me dijo déjeme datos, vamos a hacer algo».

Jamás llamó.

La meta de encontrar el origen de Manuel Corona se desplomó luego de dos años y de múltiples intentos. La familia de Gerardo decidió adoptarlo, es un integrante peculiar, que tiene 63 años, pero una mente de un niño de seis, según indicó un neurólogo.

«Mi esposa y yo dijimos sabes que si ya Dios nos lo puso en el camino, pues vamos a dejarlo, ya es de nosotros», dijo Gerardo.

Pero su condición física y mental ha empeorado. Manuel o Manuelito como lo conocen en GAPAD, pero las reglas de la Secretaría de Salud respecto a los centros de rehabilitación, prohíben que permanezca en el lugar debido a su edad y salud mental.

«He hecho caso omiso de dos o tres recomendaciones que me han dado de que lo saque de aquí, que no lo puedo tener, pero digo a donde lo mando el no tiene a nadie más», se sinceró el director de GAPAD.

Manuel Corona, sufrió un accidente vehicular por el que resultó con daño neuronal, es la información que la familia que ahora lo cuida pudo recabar. Así terminó en la calle y solo, hasta que lo llevaron a GAPAD, lugar en el que ya no puede estar.

Por esto, el director pidió ayuda a las autoridades para encontrar un sitio en el que pueda vivir.

La historia de Manuel muestra la realidad de las personas en situación de calle, aunque él sea la excepción porque lo rescataron cuando quedó en malas condiciones mentales, y ninguna autoridad se hizo cargo de él.

«Hago un llamado al Gobierno del Estado, que me apoyen, que si no pueden tenerlo aquí que le hagan un llamado a las autoridades michoacanas para que se haga cargo de él», dijo Gerardo, quien aclaró que él ama a Manuelito, ya parte de su familia, pero «me pueden sancionar por eso, por tenerlo aquí, pero tampoco tengo corazón para aventarlo a la calle».

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