¡Justicia! por quienes dieron vida y perdieron la suya. ¡Justicia! Por la madre que hoy desde el cielo cuida a sus hijos. ¡Justicia! Por el hijo que no está en las estadísticas pero tampoco con su familia, no sólo le quitaron la muela, le quitaron la vida.
¡Justicia! Por Janeth, por Alejandra, por Armida, Magaly, por Jesús, por todas y por todos.
Justicia, fue el grito de centenares de duranguenses que retumbo mientras marchaban por la avenida 20 de noviembre para exigir ¡Cárcel a los culpables!. A los culpables de que hoy 18 familias estén enlutadas, y 68 más estén en la incertidumbre de sí su hija, hermana, esposa o madre, logrará vencer a la meningitis aséptica, que alguien sin escrúpulos introdujo en su cuerpo. 
«De las 18 muertes, 17 corresponden a mujeres y ya debería de haber responsables de lo que está ocurriendo», opinó la activista Julieta Hernández Camargo, al tiempo que subrayó que ya es mucho tiempo el que ha pasado para que no digan quién es el responsable, cuando hay cuatro hospitales involucrados y cada uno tiene responsabilidad por la compra del medicamento.
“Definitivamente Durango no va a parar hasta que haya justicia, porque ese es el ánimo que se ve en la gente y la lucha seguirá hasta que haya justicia para todas”, apuntó.
«Janeth Valadez era mi hija, estábamos muy felices por la llegada de un bebé a la familia, pero ella enfermó de meningitis, murió y la felicidad se acabó. Mientras, los responsables andan como si nada cubriéndose unos a otros. Hoy exigimos justicia, esto debe parar», señaló el señor Antonio.
En la marcha había carreolas que eran empujadas por familiares o padres, pero ya no podrán ser llevadas por mamá.
Leticia, dio a luz a su tercer hijo pero poco después se sintió mal y murió, dejó a sus esposo y a sus niños. El bebé no crecerá con ella y la niña más grande hoy pregunta dónde está mamá. “Queremos justicia” señaló Francisco, esposo de esta joven madre.
Rostros tristes, ojos que delatan las horas interminables de llanto, la voz que cambia de tono al expresar la rabia que emana de lo más profundo de las entrañas, de los más profundo del dolor. ¡Justicia! El grito que retumbó en Durango.
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