La búsqueda de personas desaparecidas ha generado agresiones en contra de los familiares que claman justicia y su derecho a la verdad.
Una de las agresiones más recientes la sufrió Silvia Ortiz, una maestra que cambió su profesión para convertirse en buscadora de personas, tras la desaparición de su hija Fanny Sánchez-Viesca en noviembre de 2004 en Torreón. Desde entonces, junto a otras familias de la Laguna, fundó Grupo Víctimas por sus Derechos en Acción (V.I.D.A.)
La labor realizada por Silvia, junto a otras familias y especialistas forenses, le ha valido ser blanco de ataques físicos, psicológicos y verbales por parte de diversos elementos policiacos que se encargan de resguardar la seguridad en la región laguna. Incluso, en aras de lograr su detención, han buscado fabricar delitos para impedir que continúe con las búsquedas.
Una de las más recientes ocurrió el pasado 19 de noviembre, cuando regresaban de participar como observadores en exhumaciones masivas en Gómez Palacio y Lerdo, como parte de los trabajos que se realizan para la identificación de cadáveres depositados en la fosa común.
De camino a casa, Silvia Ortiz, su hijo y una antropóloga forense, fueron detenidos sin motivo por elementos de la Policía Especializada de Coahuila a la altura del puente que conecta Durango de Coahuila.
—Mi hijo iba manejando, de copiloto iba la antropóloga y yo iba en la parte de atrás del lado del piloto. La ventana del piloto no baja, está descompuesta, por lo que yo soy quien baja la ventanilla y pregunto qué se les ofrece.
—Que se bajen, respondió uno de los policías.
Silvia se bajó del vehículo.
—No, que se baje él, —dijeron refiriéndose a su hijo.
Silvia se identificó como activista de Grupo V.I.D.A. y eso molestó al policía que estaba al frente del operativo. La activista intentó hacer una llamada, pero le fue arrebatado su celular y arrojado al suelo.
“Es cuando me pongo en alerta y es cuando pienso: ¡esto está mal, algo va a suceder!”
Los policías buscaban que el hijo de Silvia bajara de la camioneta que ella tenía asignada como parte del equipo de búsqueda de personas y que pertenece a Gobierno del Estado de Coahuila. Los elementos policiacos presionaron de diversas formas para lograr que el joven descendiera, mientras que Silvia, buscaba que no se bajara del vehículo. Fue cuando los policías agredieron a Silvia dándole un golpe en la cara, lo que provoca que su hijo se baja de la camioneta.
—¡Oye, no le estés pegando a mi mamá!, —gritó su hijo.
“Lo que hago es agarrarme de la camioneta del marco de la puerta. El oficial que estaba dirigiendo le pide a una de sus compañeras que me agarre, ella me quiere agarrar del cabello y es cuando mi hijo se vuelve a meter diciendo: ¡no toques a mi mamá!
La policía comienza a gritar y es cuando yo le pido a la antropóloga que le marque a Oscar (su esposo). Como ella no se sabía el número, mi hijo se lo comienza a dictar y eso genera que los oficiales se lanzan en contra de ella y la bajan a la fuerza de la camioneta.
Yo me opongo y comienzo a gritar que la dejen, y es cuando a mí me dan un golpe en mano izquierda con algo contundente. Me estaban dando golpes en los brazos para que me soltara y me estiraban, y no podían conmigo, pero cuando me dan el golpe y reacciono, me suelto de la camioneta y es cuando me estiran y el policía es cuando da la orden de que me esposen”.
Silvia alcanzó a ver que los policías forcejeaban con su hijo, mientras a ella la llevaban a la patrulla junto a la antropóloga.
“Cuando subo, me doy cuenta de que ellos llevaban cerveza, y es cuando yo digo: ¡ah, mira, traen cheve! En eso se acerca el policía que traía el mando y me dice: ¡me tienes harto, pendeja! y me da un golpe muy fuerte en la cara”.
El policía, molesto, le preguntó si quería hablar con Samir Alejandro Graham Reza, el actual director del Grupo de Reacción Laguna, a lo que ella responde que es con el último con quien quisiera hablar.
—Nos los vamos a llevar detenidos, ya les encontramos droga.
—¿Y la camioneta?, preguntó Silvia.
—Ya te la quitamos, respondió el policía.
—Pues necesitas avisarle a Gobierno del Estado porque esa camioneta no es mía, la tengo asignada en comodato.
Grupo V.I.D.A. tiene asignados dos vehículos, uno de ellos es para el traslado de las familias que acuden a búsquedas en campo, y el otro es utilizado para cargar el material que utilizarán durante las excavaciones.
Los oficiales realizaron una serie de llamadas telefónicas y les dijeron: ¡suéltalos!
“Ellos tienen que estar informando todo. No sé si nos dejaron libres porque vieron que la camioneta era de Gobierno del Estado, o porque hicieron esas llamadas. Yo lo que no quería es que lo bajaran a él (su hijo) porque traen consigna en su contra”.
Al no ser la primera vez que ocurren este tipo de ataques, Silvia y su familia se vieron en la necesidad de cambiar de domicilio, pero en el proceso su hijo nuevamente fue sorprendido a golpes por elementos de la policía municipal de Torreón, a quien golpearon en el rostro, dejándole varias heridas en el rostro con una navaja.
Como parte de las lesiones que recibió Silvia fueron un esguince cervical, múltiples hematomas en distintas partes del cuerpo, así como un fuerte golpe en la cara.
“Desde el día de la agresión nosotros pusimos una denuncia, me revisó nuevamente el médico legista, y fue turnada al área de tortura, violencia de género. También puse una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Coahuila (CDHEC) y una denuncia más ante la Fiscalía General de la República (FGR)”.
La agresión que sufrió la fundadora de grupo V.I.D.A. se suma a otras registradas, a otras madres buscadoras que han buscado incesantemente a sus familiares desaparecidos. Tan solo este año la ONU ha documentado por lo menos la muerte de tres defensores de derechos humanos, y el año pasado fueron asesinados ocho mujeres buscadoras de personas desaparecidas.
Por: Karla Tinoco