Durante una década, María Chamorro vivió violencia de todo tipo con el padre de sus hijos, quien entre otros derechos no le permitió registrar a los niños.
«Yo tenía miedo de salir a la calle, si volteaban a verme, pues ya me maltrataba, me pegaba», recuerda.
Tiene tres hijos en edad de cursar la primaria, pero no están en ninguna escuela, ya que no tienen actas de nacimiento, un derecho humano al que no han accedido por la violencia familiar que vivían.
Esta era una de las causas de las golpizas que sufría María. Dice que cuando le exigía al hombre los papeles de los niños, él la cuestionaba sobre la utilización de los documentos.
«Yo por eso me peleaba con él, a veces hasta me llegó a pegar porque yo le pedía eso», denuncia.
Ella no tenía permitido salir, y sobre denunciar jamás se animó a hacerlo por miedo. El hombre fue detenido por otro delito, y este fue el momento en el que María se atrevió a hacer su sueño realidad.
«Quiero verlos, llevarlos a la escuela y que estudien, así me miro yo, y se que lo voy a lograr», este es el deseo de María.
Sin embargo, la situación a la que se enfrenta no le permite simplemente ir al Registro Civil y pagar por las actas de nacimiento, ya que apenas alcanza para alimentar a sus hijos y pagar la renta del cuarto en el que viven.
«Cada acta de nacimiento me sale en mil 250 cada una, pero pues yo ahorita no tengo, apenas empecé a trabajar y anoche apenas saqué 50 pesos», explicó. Con este dinero fue con lo que la familia almorzó este martes.
Por ello la madre de familia, espera que alguien le ayude para llevar a cabo el trámite que le permita a sus hijos ir a la escuela.
Aunque en el contexto de la pandemia, ella sabe que luego de tener las actas e inscriba a los niños a una escuela se enfrentará a la nueva normalidad, el uso de tecnología al que todavía no todos tienen acceso.
«Ahorita que están estudiando por medio del internet yo la verdad no tengo nada; tengo esperanzas de que a lo mejor me puedan ayudar», manifestó la madre de familia.
María sabe que podría ser juzgada por omisión de cuidados, pero reconoce que ella es una sobreviviente de la violencia, que ahora tiene que lograr la solvencia económica y por fin cubrir todas las necesidades de sus hijos.
Por ello se atrevió a hablar sobre su historia y pedir ayuda. «Por mis niños, porque yo los veía y decía no es justo, ya estuvo, si no lo hago yo ¿quién?», pregunta.
Su realidad implica estragos emocionales por la violencia, pero también una situación de pobreza que le dificulta más lograr su bienestar y de sus hijos.
Menciona que por ejemplo, la renta del cuarto en el que viven cuesta mil pesos, los cuales adeuda ya.
Espera que alguien la ayude para registrar a sus hijos de diez, seis y siete años, y lograr el sueño que tienen en común: estudiar.
«Que me pudieran ayudar para arreglarles los papeles a mis hijos para meterlos a la escuela, porque yo quiero sean alguien en la vida, que no estén el día de mañana como yo batallando», pide la mamá de 33 años.