A sus 88 años, la señora Teresa Montoya demuestra que el trabajo digno no tiene edad. Día tras día, se instala afuera de las oficinas de un partido político en el bulevar Domingo Arrieta para vender dulces. Sin embargo, asegura que las ventas han bajado considerablemente. Algunos días logra reunir 100 pesos, pero en otros, no gana ni un solo peso.
La venta de dulces es su principal fuente de ingresos. Con lo poco que obtiene, cubre sus gastos básicos, como el alimento y los servicios del hogar, incluyendo el pago de la luz y el agua. A pesar de las dificultades económicas, Teresa mantiene una actitud firme y optimista, asegurando que a su edad aún sigue dando batalla a quien se le ponga enfrente.
Su historia es un reflejo del esfuerzo diario de muchas personas mayores que buscan un sustento a través del trabajo digno. Teresa Montoya es un ejemplo de perseverancia y dedicación, demostrando que la edad no es un impedimento para seguir adelante.
Por: Víctor Salas