Durango, Dgo.- “…mi enorme gratitud por su lealtad y mi reconocimiento por siempre a su profesionalismo”, fueron las últimas palabras de su mensaje que pronunció el secretario de Seguridad Pública, Javier Castrellón Garza, dedicadas a los seis elementos de la Policía estatal que cayeron en cumplimiento de su deber.

El sentido mensaje que fue sellado por las inevitables lágrimas de quien lo pronunciaba, lamentablemente no lo pudieron escuchar a quienes iba dirigido, pero sí sus padres, hermanos, hijos, esposas, así como otros familiares y compañeros de trabajo, que se dieron cita en  la explanada del edificio de la Policía Estatal, ubicado en  el completo de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).

Y es que fue en ese lugar, donde se les rindió un merecido homenaje de cuerpo presente a los seis elementos que heroicamente fallecieron el día primero de este mes, en aras de conservar la  tranquilidad que con su trabajo contribuyeron a que su Durango fuera catalogado como uno de los estados más seguros de México.

Allí, en ese sitio, al que muchas veces llegaron Manuel Parra Herrera, Jesús Eduardo Zaragoza García, Tomás Herrera Santos, Jesús Alfredo Ávila  Aldaba, Gumersindo Rodríguez de la Cruz y Ricardo Rodríguez Soto, para recibir instrucciones de sus superiores y salir a proteger a la ciudadanía, ahora, menos Parra Herrera, arribaron en una carroza negra y dentro de un féretro de madera.

La razón de la ausencia de los restos de Manuel, fue porque sus familiares decidieron llevárselos a Santiago Papasquiaro, su tierra natal, para velarlo y darle cristiana sepultura.

Sin embargo,  ese agradecimiento a su lealtad y profesionalismo, también iba dirigido a él, así como a José Santos Salas Moreno, José Manuel Escobedo Salas, José Darío Alanís Guardado, Juan Antonio González Durón, Jorge Alejandro Adame Ramos, Luis Antonio García Cano y Ernesto Alonso Cisneros Salazar, quienes resultaron lesionados en la emboscada que a final de cuentas se convirtió en enfrentamiento.

Castrellón Garza, manifestó que, Manuel, Jesús Eduardo, Tomás, Jesús Alfredo, Gumersindo y Ricardo, antes de ser policías estatales, eran hijos, hermanos esposos y padres, que es lo que más duele, por lo que días como éste hacen evidente el respeto y gratitud con el que siempre debemos honrar el trabajo policial.

Ante al llanto de los deudos de los valientes elementos sacrificados, el Jefe Máximo de la Policía Estatal agregó: «La pérdida que hoy lloramos y el dolor de sus familias es irreparable, porque la ausencia de Manuel, Jesús Eduardo, Tomás,  Jesús Alfredo, Gumersindo y Ricardo, se notará por siempre en el grupo, pero el coraje que hoy sentimos será nuestro mayor aliciente para seguir en pie de lucha y honraremos su memoria en cada paso de nuestro andar y buscaremos el merecido castigo para los responsables».

El Secretario fue claro y enérgico, al manifestar que nadie se atreva nunca más a mancillar el nombre de la Policía Estatal, esta corporación está cumpliendo con su deber, está resguardando su estado como lo hacen cientos de compañeras y compañeros de día y de noche en todo el territorio duranguense, velando por la seguridad de todos.

Manifestó también que la Policía Estatal resistió al embate del fuego enemigo, pero lamentablemente perdió a seis de sus más queridos integrantes, que sirvieron con honor, lealtad y disciplina, y en todo momento protegiendo a la ciudadanía.

Señaló que nunca seremos los mismos, pero el recuerdo de la valentía que nuestros compañeros demostraron este primero de octubre, nos marcará para siempre y seremos más  fuertes, estaremos más unidos y seguiremos trabajando por  Durango.

El Funcionario estatal, mostró su solidaridad  al dolor que hoy embarga a las familias de los héroes fallecidos y prometió darles todo el apoyo y protección, tal como por la mañana se los manifestó personalmente en los funerales el gobernador José Rosas Aispuro Torres.

Finalmente, dijo que, “…este día recibimos por última vez a Manuel, Jesús Eduardo, Tomás,  Jesús Alfredo, Gumersindo y Ricardo, justo en esta plaza pública, donde iniciaron su carrera policial y hoy también dan su primer paso a la eternidad”, para luego de unos segundos de receso, decir con palabras entrecortadas por la emoción: «Mi enorme gratitud por su lealtad y mi reconocimiento por siempre a su profesionalismo”, enseguida no pudo evitar que las lágrimas asomaran por sus ojos.

Posteriormente vino la lista de presentes leída por el comisario general Justino Castañeda Villalba, la que provocó que no solamente a sus familiares, sino también a varios de los asistentes rodaran las lágrimas por sus mejillas, sobre todo, cuando escucharon los nombres de los hoy fallecidos.

Durante el homenaje a la memoria de los héroes caídos, Castrellón Garza, la fiscal Ruth Medina; el subsecretario de Operaciones, Rafael Carreón Garrido; el comandante de la Guardia Nacional; el representante dela Décima Zona Militar; Antonio Bracho Marrufo, director de Seguridad Pública Municipal; Guillermo Pacheco Valenzuela, titular de Protección Civil Estatal; el propio Castañeda Villalba, elementos de la Policía Investigadora de Delitos (PID), de la Guardia Nacional, de la Policía Federal Ministerial y de la propia DMSP, hicieron guardias de honor.

Un momento verdaderamente desgarrador fue cuando los altos mandos de las instituciones retiraron las banderas blancas de la Policía Estatal con la que al inicio de la ceremonia cubrieron los féretros, para doblarlas cuidadosamente y entregarlas a cada uno de los deudos, al tiempo que les reiteraban su solidaridad.

En la transmisión en vivo que GGL hizo de esta ceremonia, los deudos de los elementos caídos manifestaron que ellos trabajaban como policías porque es lo que les gustó hacer.

Uno de ellos fue el señor Tomás Herrera, quien dijo que su hijo Tomás tenía dos años en la corporación; otro es Edgar Rodríguez, elemento de la Policía Estatal de Coahuila, quien era hijo de Gumersindo, en tanto que la señora Janeth, esposa de Jesús Alfredo, manifestó que quedaron huérfanos sus tres hijos, mientras que María de la Cruz, madre de Jesús Eduardo Zaragoza, aseguró que éste siempre portó con orgullo su uniforme.

Finalmente, se encendieron los códigos de las patrullas, esas que muchas veces los hoy finados activaron para dirigirse a prestar el auxilio que les solicitaron, pero que ya jamás lo podrán hacer, pues su última misión la cumplieron en la sierra de El Mezquital, la mañana del día primero de octubre. Descansen en paz.