Por: Edgar Burciaga

El 2024 seremos testigos de la elección más grande de la historia de nuestro país, pero este día se conmemora el tradicional Día de los Inocentes, en el cual se tiene por costumbre realizar bromas, ya que es una fecha que propicia el momento para recordar los desatinos de este año, lo que sin duda veremos en el transcurso del día y, por qué no, del próximo año.

Y es que, con motivo de las campañas en pos de los cargos públicos, las embarradas y momentos graciosos en el mundo de la política serán parte de quienes quieren llamar la atención, y será entonces que asesores, mensajes y ocurrencias formarán parte de nuestro andar.

Un hecho cierto es que los políticos de siempre han desarrollado la capacidad de planear el proceso electoral en curso e imaginar los distintos escenarios antes de las elecciones para hacer los cambios que les den mayor margen de ganar, incluso en las derrotas. Para ellos, es como jugar ajedrez, aunque en este juego también se presenten casos como “el burro que tocó la flauta”.

De los resultados que se pretendan lograr del juego, vendrán los acomodos de las candidaturas en las posiciones no solo del Senado y de las diputaciones federales, sino también de las diputaciones locales.

En Durango, se esperan reacomodos dentro de las candidaturas, sobre todo porque no hay perfiles que cuenten con una amplia preferencia por parte de los ciudadanos como sucedió en los últimos años, sino que corresponderá a los partidos políticos atraer a los electores y esta situación es la que puede modificar el juego.

Lo ideal es que los personajes políticos puedan trabajar con posiciones diferentes y que pudieran llegar al consenso para hacer leyes que respeten los derechos humanos y generen la posibilidad de resolver los grandes problemas que nos aquejan en el país.

La realidad es que no se parte de cero porque a la fecha ya existen muchas leyes que se hicieron con otra visión, por eso para crear un nuevo paradigma dentro de los partidos y coaliciones en todo el territorio nacional hay que modificar actitudes y acuerdos partidistas en donde se requiere de las mayorías y la legitimación de los ciudadanos.

Lo deseable es que los políticos durante su gestión fueran eficientes, eficaces, responsables, transparentes, honestos, íntegros y democráticos, para que fueran capaces de desempeñarse siempre en la búsqueda del bien común, pero la realidad nos indica que en política no se puede ser inocente.

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