Por: Edgar Burciaga

En nuestro país, desde hace tiempo que los partidos políticos han dejado de representar a los ciudadanos debido al distanciamiento que han puesto con la sociedad y la falta de credibilidad social, por lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que abandonó el PRI por la corrupción.

Es innegable que en los partidos políticos han existido casos de corrupción que dañan sensiblemente la imagen de aquellos como entidad o grupo, así como también de la propia clase política. Algo falla en la organización de los partidos políticos y en su relación con los ciudadanos, y esta situación ha de cambiar.

En los últimos años, se han dado a conocer datos por parte del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática sobre percepción e impacto de la corrupción en México, donde han sido los partidos políticos y la policía las instituciones que los ciudadanos consideran que es más frecuente la corrupción.

Durante años, el Gobierno fue visto por los mexicanos como el principal responsable de la corrupción y el lugar donde ocurrían más estos actos, aunque empresarios, medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil también son vistos como responsables de esta situación.

Si bien todos los actos de corrupción tienen un componente del sector público, se necesita una contraparte en el sector privado o de un ciudadano para completar los esquemas de gran corrupción. Son corruptos tanto el corrompido como el corruptor, por lo que el Gobierno federal ha incluido medidas que deben de ser adoptadas por el sector privado y los ciudadanos en el combate a la corrupción, por lo que se tienen que atender todos los frentes si se busca abordar el problema de forma eficaz.

La falta de representatividad de los partidos políticos es algo que ha comenzado a preocupar a personajes políticos que no tienen cabida en estos espacios debido a que en este año, por primera vez en muchos años, la elección será a favor de los partidos y no de los candidatos.

A esto hay que sumar la sensación general de corrupción política, que propicia la desconfianza y la indignación, ampliando el divorcio entre los partidos y la sociedad.

Muchos ciudadanos se sienten secuestrados en el ejercicio de sus derechos por unas organizaciones que monopolizan el poder, por lo que se hace necesario un mayor equilibrio entre los grupos políticos y la sociedad, lo que ocasiona el control político de los espacios de servicio público, con un clientelismo que afecta no solo la democracia, sino también sesga el servicio público.

Son numerosos los estudios que constatan la falta de credibilidad social de la clase política y existe una sensación generalizada de corrupción política, donde los políticos y los partidos ocupan una destacada posición.

Es tiempo que los partidos políticos actúen de manera clara e inequívoca contra la corrupción y hacia la transparencia, que se haga efectiva la publicación de sus cuentas, la constatación y declaración de que en sus filas no participan personajes acusados de corrupción, lo que debe ser realidad ante la posibilidad de que haya corruptos infiltrados en el proceso electoral de este año.

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