Por Alejandro Flores de la Parra

En materia educativa, hay muchos retos que deberían haberse enfrentado a partir del inicio de la administración estatal, desde la recién estrenada «Reforma Educativa» que en 2016 implicaba el reto de saberla implementar para ganar la confianza de los maestros que, con información sesgada, la rechazaban sin terminar de entender sus bondades; hasta una contrarreforma que, con la llegada de la «Cuarta Transformación», dio marcha atrás, no solo a los cambios del periodo peñanietista, sino a una carrera que ya estaba ganada y que volvió a empoderar a sindicatos y organizaciones populares, que les permitió, nuevamente, obtener prebendas gracias a sus presiones, cierres de escuelas y tomas de oficinas, calles o hasta casetas de peaje.

Lejos de que, hace cinco años, se nombrara una figura que imprimiera frescura y empatía a los temas magisteriales, lo que habría sido idóneo para, además, echar mano de un reconocido académico que tuviera una trayectoria destacada y libre de escándalos, el nombramiento de Rubén Calderón Luján, quien, en su paso por la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), había sido señalado, igualmente, por haber impulsado el desarrollo de algunas facultades y escuelas, como por malos manejos financieros y que, año con año, pese a la autonomía de la institución superior, se comprometía el cumplimiento de sus obligaciones patronales, como el pago oportuno de las prestaciones de fin de año de los trabajadores.

Desde su llegada a la Secretaría de Educación del Estado, una serie de desatinados nombramientos de sus mandos medios ha puesto en entredicho la operatividad de la misma, permitiendo que gente que no cuenta con el perfil o la experiencia necesaria, se hiciera cargo de puestos claves, como la subdirección de remuneraciones que igual ha sido ocupada por abogados sin experiencia administrativa, que por personas sin estudios profesionales, pero que guardaban un parentesco indirecto con un superior de segundo nivel. Otras áreas como la desaparecida Coordinación del Servicio Profesional Docente, [hoy Unidad del Sistema de la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM)] que fue utilizado para que un grupo de administrativos relegados, no precisamente por su buen desempeño, se hiciera del poder de decisiones que terminaron por echar a perder cualquier buena intención de sacar adelante la operatividad administrativa.

Además, habiendo entregado tanto poder a organizaciones populares que, hoy, se sirven de la olla para asignar a placer los espacios educativos del subsistema estatal, a quienes les han montado una oficina especial para atenderlos, como si de un nivel educativo o subsistema propio se tratara, se han convertido en un «alacrán en la espada’» que no será sencillo para las próximas administraciones, hacer a un lado.

En fin, la falta de carácter y capacidad de las autoridades locales para «negociar», pero, sobre todo, saber imponer la norma a las exigencias de grupos que le han tomado la medida, han provocado que, cualquier hijo de vecina, imponga su Ley y se logre imponer, también, con solo tomar las oficinas y afectar la operatividad administrativa, haciendo de la SEED, el rehén perfecto.

Twitter: @AlejandroFdelaP