Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Los partidos siguen siendo el instrumento para ocupar espacios de representación popular, pero su peso específico en la ciudadanía se ha ido diluyendo en la misma medida en que esos partidos pierden personalidad, se concentran las decisiones en sus dirigencias y se pierden espacios de participación social. En la década de los noventa, en el estado de San Luis Potosí, se configuró por vez primera en el sistema político mexicano una forma atípica de competencia partidista en las elecciones para gobernador, cuyo propósito consistía en deponer al entonces partido hegemónico gobernante. Así comenzaron las alianzas electorales entre antagónicos ideológicos. Actualmente, las alianzas de esta naturaleza no son una novedad, ya que desde hace varios años los partidos políticos renunciaron a sus principios y su único objetivo es la búsqueda del poder, al margen de la situación de la ciudadanía.

En política, los amigos suelen ser de mentiras y los enemigos de verdad y eso de las lealtades es muy relativo. En el mundo de la política, las alianzas y amistades pueden ser efímeras, durante la pretemporada de elecciones, las enemistades y ataques empiezan a surgir, pero muchas de estas empezaron como una amistad. Como para la inmensa mayoría de los políticos, los cargos de elección popular son un botín, resulta que este divide a los amigos y une a los adversarios. Aliado es quien apoya y fortalece a otra persona o grupo de personas. Y también se toma como quienes se unen para alcanzar una meta común. Adversario es el que compite con otros que aspiran a un mismo objetivo o a la superioridad en algo. También se entiende como antagonista, del griego antagonistes, lo que le da un sentido más de enfrentamiento, ya que la palabra griega se traduce como “el que lucha contra alguien”. Enemigo es quien no solo se opone a las ideas de otras personas sin que no las respeta y que decide enfrentarlas en una batalla final. Del latín “inimicus”, solo significaba “no amigo”, pues un simple razonamiento dominaba a la Roma antigua: o estabas con ellos o contra ellos.

La política es acuerdos, sí, pero es, sobre todo, principios. Con el adversario y con el enemigo no se negocia ni se conversa. La política se ha dividido en numerosos pequeños reinos, donde Morena, PRI, PAN, Movimiento Ciudadano y algunos poderes fácticos son quienes gobiernan, mientras que otros partidos satélites como PT, PVEM son atendidos con honores y tienen premio por su docilidad. En este negocio, el soborno, el chantaje y la traición son temas que hacen ruido en vísperas de procesos electorales como el que se vive en la actualidad, convirtiendo la política en bandera del cinismo. La llamada nueva generación política cree que para lograr un cargo de elección popular lo mejor es brincar de un partido a otro que sudar la camiseta, perseverar y ser congruentes con sus ideologías. No comprenden que con ello traicionan la confianza de la gente, son un fraude electoral y se convierten en una manada de “amigos del poder”. Son lobos que tarde o temprano atacarán de nuevo, disfrazados de dóciles corderos y todo por los mareos que causa el poder. ¿PRI, PAN Y PRD qué son amigos, enemigos o aliados, y Morena, PT y PVEM qué son amigos, aliados o adversarios? La verdad es que no hay nada definido, pues lo que hoy son una cosa mañana serán otra, y lo peor, los ciudadanos seguimos votando por los mismos. El amigo de mi amigo es mi amigo o el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Cuando hay que decidir entre estas dos situaciones se produce un desequilibrio que motiva a los individuos a cambiar su actitud o modificar la relación positiva que los une. Si observamos y escuchamos atentamente a quienes se pelean, podremos darnos cuenta que sus reacciones y actitudes son similares y a veces pareciera que se están mirando al espejo. Amigos y antagonistas: ¿Se puede ser inseparable de alguien que piensa muy distinto a ti?

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