Por: Alberto Palacios Z.

El domingo pasado, los mexicanos interesados en el tema político y electoral del país tuvimos que sufrir un debate entre aquellas que pretenden llevar las tiendas de la nación los próximos seis años, pero antes de dar mi opinión, hay que poner todo en contexto.

Primero, la ventaja de Claudia Sheinbaum, candidata de la Cuarta Transformación que inició con Andrés Manuel López Obrador, es muy amplia, según 9 de cada 10 encuestas, además de que, pese a los ataques y señalamientos, primero desde el propio morenismo que representa Marcelo Ebrard, y ya después por la oposición, una gran parte de los mexicanos parece querer la continuidad que ella representa, aunque ya en las urnas sabremos si son bastantes como para darle el triunfo, aunque hasta ahora parece que así será.

Segundo, Xóchitl Gálvez llegó a la candidatura presidencial sin que se espere nada de ella, siendo una senadora más bien «curiosita» que de resultados, quien viajó a Estados Unidos solo para hacer un video fuera de la casa del hijo de López Obrador, quien se disfrazó de botarga de dinosaurio para una sesión del Senado, que lloró amargamente en un video preguntando por qué el presidente no la quiere y que fue desenmascarada de sus historias de supuesta autosuperación de cientos de gelatinas, etcétera, etcétera, etcétera, y que no ha hecho sino quedar como mentirosa y mala gobernante cuando fue jefa delegacional de Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México.

Jorge Álvarez Máynez llega del dedazo del gobernador de Nuevo León, Samuel García, luego de que el PRI y PAN rompieran los acuerdos locales para que dejara el cargo en su gente confianza y trataron de chantajearlo con cargos y control de instituciones, como los que peleaba Marko Cortés en Coahuila, por lo que tampoco se espera mucho de este abanderado improvisado naranja, quien ni siquiera parece que llegue a ser un tercero en discordia, sino un testigo de la contienda.

Con eso en mente, ahora sí les planteo mis apreciaciones del Debate Presidencial organizado por el Instituto Nacional Electoral, aunque nadie me preguntó:

-Es de los pocos debates (por el Gobierno federal o estatal) que se me hizo largo, costó trabajo ponerle atención a todo el tiempo que duró.

-En cuanto a propuestas, no hubo novedades, salvo que Xóchitl Gálvez Ruiz le puso «La Mexicana» a su versión de la «Tarjeta Madre» de Durango.

-Xóchitl cambió su discurso de senadora de «que los programas sean temporales» y «que los trabajadores se paguen su seguro» al «yo, como presidenta, les voy a pagar todo a todos».

-La abanderada de la 4T, Claudia Sheinbaum, se vio mal en las ocasiones donde pidió checar el reloj y donde dijo que si podían hablar de otros temas porque de esos ya había hablado ella, pero nótese que ella sola se hizo ver mal, porque la panista no lo logró.

-El naranja Jorge Álvarez Máynez aprovechó para lucir un poco, para las dos candidatas tuvo, y ese balance en el ataque fue lo que le dio credibilidad como candidato y con eso ya se puede decir que algo ganó en este debate.

-Xóchitl ya llevaba el lastre de ser una mentirosa desde que inició la campaña y no pudo lograr quitárselo en el debate, por lo que no le servirá para crecer.

-Pese a los ataques de ambas partes, el daño a la imagen de Sheinbaum como candidata de la Cuarta Transformación no se devaluó, por lo que logró su principal objetivo, no perder, aunque tampoco ganó.

-Vuelve a ser la gran perdedora Xóchitl Gálvez, toda vez que su imagen salió igual o peor, no desprestigió a Claudia y le sirvió de trapeador a Máynez.

Obviamente todos dirán que ganaron el debate y el rencor y/o apasionamiento político de algunos de los seguidores les harán decir que las otras partes perdieron con cualquier justificación, pero la perspectiva es individual y lo importante de un debate es lo mucho, poco o nada que influyen a la hora de votar, aunque a estas alturas la gran mayoría de los mexicanos ya decidieron su sufragio.

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