La infancia temprana es una etapa llena de momentos únicos y maravillosos. Sin embargo, la mayoría de las personas no pueden recordar esos primeros años al llegar a la edad adulta. ¿Por qué olvidamos nuestros recuerdos de cuando éramos bebés o niños pequeños? Desde el siglo pasado, la «amnesia infantil» ha interesado a psicólogos e investigadores.

Sigmund Freud fue el primero en utilizar este término en 1905 para explicar por qué la mayoría de las personas no recuerdan sus primeros años. Se pensaba que el cerebro en desarrollo de los niños impedía la formación de recuerdos duraderos. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que incluso los niños pequeños son capaces de formar recuerdos detallados.

La exposición a traumas durante la infancia puede influir en nuestra salud mental en la adultez. La profesora Cristina Alberini ha investigado los recuerdos de la amnesia infantil y ha encontrado que, aunque no los recordemos conscientemente, estos recuerdos se almacenan en el cerebro. Según su estudio en animales, el hipocampo es clave para la formación de los primeros recuerdos a largo plazo.

La influencia de la cultura y el lenguaje en nuestra infancia

La cultura y el lenguaje juegan un papel importante en el momento en que comenzamos a recordar nuestros primeros años. En Estados Unidos, la mayoría de las personas recuerdan eventos de su infancia alrededor de los 3,5 años, mientras que en China, suelen recordar más tarde.

Aunque no recordemos nuestros primeros años de vida, estos recuerdos siguen siendo importantes para nuestra identidad. Cada vez que revivimos un recuerdo, este se modifica, lo que influye en cómo nos vemos a nosotros mismos y en nuestras respuestas emocionales. A pesar de que no podamos recordar conscientemente nuestra infancia, esas experiencias pueden haber dejado una huella profunda en nuestra personalidad.

Aunque el misterio de la amnesia infantil no se ha resuelto por completo, sigue siendo un tema fascinante para los estudios en neurociencia y psicología. Las investigaciones continúan para comprender mejor cómo se forman y almacenan nuestros recuerdos más tempranos.

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