Santiago Papasquiaro, Durango.-El pasado domingo la comunidad de santiaguera fue sacudida por un hecho lamentable: Un hombre de 79 años, identificado como Alberto Avitia Huerta fue encontrado sin vida en su domicilio en lo que las autoridades determinaron como autolesión.

El hallazgo fue realizado por su hijo Raymundo de 42 años, quien ingresó a la vivienda familiar ubicada en el fraccionamiento Real del Pino, y lo encontró en suspensión completa. A pesar de los esfuerzos por reanimarlo y la respuesta de paramédicos de la Cruz Roja Mexicana, don Alberto ya no contaba con signos vitales al momento de su evaluación.

Este caso no solo representa el primer suicidio del mes de junio y el número 49 en lo que va del año 2025 en Durango, sino que también pone de relieve una realidad silenciosa pero creciente: el deterioro de la salud mental en personas de la tercera edad.

Especialistas en psicología y gerontología advirtieron en diversas ocasiones sobre el impacto del aislamiento, las enfermedades crónicas, la pérdida de seres queridos, y la falta de integración familiar en el estado emocional de los adultos mayores. Muchas veces, estos factores se acumulan sin que la familia o el entorno inmediato logre identificar señales de alerta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que el suicidio en adultos mayores, es una problemática global que requiere atención integral. La soledad, la depresión no diagnosticada y la percepción de inutilidad social son factores de riesgo frecuentes en esta población.

El caso de don Alberto refleja una realidad que, aunque dolorosa, puede ser prevenible si se fortalecen los lazos intergeneracionales, se fomenta el acompañamiento afectivo, y se facilita el acceso a servicios de salud mental accesibles y dignos. La familia y la comunidad desempeñan un papel vital en la detección temprana de señales de depresión o cambios drásticos en el comportamiento de los adultos mayores.

Por: Jesús Martínez