En Argentina, un adolescente de 15 años fue arrestado dos veces por la Policía. En la primera oportunidad lo detuvieron por encontrarle una pistola calibre 11.25, un arma que suele ser empleada por el ejército.

Después de que la Policía lo pusiera a disposición de la Justicia, el Senaf autorizó que su familia lo retirara. 10 horas más tarde, ya de madrugada, un móvil lo vio en la calle de noche. Al advertir la presencia policial, el joven empezó a correr.

Cuando intentaron detenerlo por segunda vez el menor se defendió a los piedrazos y uno de los cascotes rompió el parabrisas del patrullero. Las autoridades lograron aprehenderlo y lo trasladaron de nuevo a sede judicial. Horas más tarde su familia tuvo que retirarlo por segunda vez y volvió a quedar en libertad.

Al ser consultado sobre el nivel de peligrosidad que representa un menor armado, Lazarte sostuvo que en algunos casos puede ser incluso mayor que el de un adulto. “Saben que tienen un grado de impunidad”, sostuvo. Y agregó: “Creo que tienen consciencia de lo que tienen en su mano, de que pueden matar”.

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