El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha anunciado un ambicioso plan para fortalecer la seguridad en el país, con un enfoque en la lucha contra el crimen organizado.

Esta decisión se toma en respuesta al reciente aumento de la violencia en Río de Janeiro, donde una banda criminal provocó el incendio de autobuses en represalia por el asesinato de un familiar de su líder.

El plan implica el despliegue de 3,600 miembros de las fuerzas armadas en puntos estratégicos como aeropuertos, puertos y fronteras.

Entre los lugares clave se encuentran los aeropuertos de Río de Janeiro y Sao Paulo, así como el puerto Santos de Sao Paulo, que es uno de los más importantes de América Latina y un punto de salida de cocaína.

Además del despliegue militar, el gobierno brasileño se compromete a fortalecer la cooperación entre las fuerzas policiales federales y locales.

Se invertirá en tecnología de recopilación de inteligencia para mejorar la capacidad de respuesta y se tomarán medidas para asfixiar las finanzas de las milicias, un problema persistente en Río de Janeiro.

Rafael Alcadipani, analista de seguridad pública y profesor en la Fundación Getulio Vargas, ha destacado la necesidad de esta acción, aunque señala que se trata principalmente de una medida de emergencia.

Para abordar eficazmente el crimen organizado en Brasil, es esencial un enfoque a largo plazo.

El gobierno federal ha estado trabajando en este plan desde el inicio del mandato de Lula, consultando con fuerzas policiales y expertos en seguridad.

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