En California, la legalización de la marihuana en 2016 tenía como objetivo poner fin al mercado paralelo, pero las autoridades se enfrentan hoy a un desafío constante con los cultivos ilegales que continúan proliferando en el estado. En el condado de San Bernardino, a las afueras de Los Ángeles, las granjas ilegales representan un problema de violencia y daños ambientales cada vez mayor.

El sargento Chris Morsch señaló que en 2016, con el inicio de los cambios en las leyes, se produjo un gran aumento en los cultivos clandestinos. A pesar de la legalización, el mercado ilegal sigue en crecimiento, en parte debido a las altas tasas impositivas impuestas a los permisos y licencias para operar legalmente en la industria de la marihuana en California.

La policía de San Bernardino realiza constantes redadas para desmantelar los cientos de invernaderos que se multiplican en el desierto de Mojave. Estas granjas ilegales tienen la capacidad de producir hasta cuatro cosechas al año y generan grandes ganancias con la venta de la marihuana, incluso exportándola a estados donde la droga sigue siendo ilegal.

A pesar de los esfuerzos de las autoridades, la violencia asociada al cultivo ilegal de marihuana también está en aumento. En enero se encontraron seis cuerpos en la región, todos relacionados con el mercado clandestino de marihuana. Aunque no se considera que sean casos de crimen organizado a gran escala, la presencia de violencia es una preocupación constante en estas comunidades rurales.

La legalización también ha traído consigo problemas ambientales, ya que los cultivos ilegales suelen utilizar pesticidas nocivos que contaminan el suelo y el agua. El uso de pesticidas como el carbofurano, extremadamente tóxico, plantea riesgos para la salud de los consumidores, ya que estos productos químicos pueden quedar en la marihuana que se comercializa.

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