Beirut.- Una reputada discoteca de Beirut se convierte en refugio para desplazados libaneses Con un cartel que anuncia un «código de vestimenta: elegante casual», la discoteca Skinn de Beirut solía ser el lugar de encuentro de la glamurosa clientela de la capital libanesa. Sin embargo, en medio de los bombardeos israelíes que afectaron a familias de barrios populares, este antiguo templo de la noche se ha transformado en un refugio para decenas de desplazados.

Gaelle Irani, responsable de la empresa que gestiona el local, relata que decidieron abrir las puertas de la discoteca el día de la gran explosión en la periferia sur, que desencadenó una oleada de desplazados en busca de protección. Unas 400 personas se refugian dentro del edificio, con familias instaladas tanto en el interior como en el exterior.

En este nuevo contexto, la discoteca ha adquirido una tranquilidad inesperada. Los niños juegan entre las paredes negras y los suelos relucientes, mientras las familias se organizan y encuentran confort en los rincones que antes ocupaban los clientes más selectos.

Rida Alaq, una de las mujeres refugiadas, comparte que después de pasar una semana durmiendo en la calle con su madre de 79 años, encontró en Skinn un lugar seguro y acogedor. Con la ayuda de organizaciones no gubernamentales, los desplazados reciben alimentos y acceso a servicios básicos como baños y duchas, lo que supone un gran alivio en medio de la crisis.

En contraste con la realidad de quienes permanecen en las calles, la discoteca se convierte en un oasis de seguridad y solidaridad para aquellos que han huido de las zonas más afectadas por la guerra. Familias como la de Fatima Sala, una enfermera de 35 años con cuatro hijos, expresan su deseo de emigrar ante la incertidumbre y el temor por el futuro.

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