Este miércoles, el vocero del mandatario ruso, Dmitri Peskov, negó que se vaya a permitir la participación de organismos internacionales en la investigación del siniestro aéreo que cobró la vida del líder del grupo paramilitar Wagner, Yevgueni Prigozhin, y otros nueve acompañantes. Peskov sostuvo que una de las líneas de investigación es la de un “atentado deliberado con mala fe”, lo que haría inviable una indagación conforme a los estándares internacionales.

Prigozhin, apodado el “cocinero de Putin” por ser el principal patrocinador de Wagner, una fuerza armada privada que ha intervenido en conflictos como los de Siria, Libia y Ucrania, murió el 23 de agosto pasado cuando la aeronave Embraer en la que se trasladaba se precipitó en la región de Tver, al noroeste de Moscú. El Comité de Investigación de Rusia inició un proceso penal por infracción de las normas de seguridad aérea, pero no ha brindado ningún dato oficial sobre las causas del accidente.

El suceso ocurrió dos meses después de que Prigozhin encabezara una sublevación armada contra el alto mando militar ruso, en protesta por el supuesto abandono de los mercenarios rusos en Libia. El presidente Vladímir Putin tildó entonces a Prigozhin de “traidor” y ordenó su arresto, pero el jefe de Wagner logró huir con la ayuda de sus fieles.

Prigozhin fue sepultado el martes en San Petersburgo, su ciudad natal, en un acto privado y bajo estrictas medidas de seguridad

El Kremlin confirmó que Putin no asistió al sepelio ni mandó ninguna pésame a la familia del difunto.

Fuentes internacionales han apuntado la posibilidad de que el avión fuera saboteado por orden del Kremlin, para eliminar a un adversario incómodo y peligroso. No obstante, Peskov desmintió cualquier implicación del gobierno ruso en el siniestro y pidió esperar los resultados de la investigación.

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