El Papa Francisco celebró la Misa por la conclusión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, instando a la comunidad católica a ser una «Iglesia que recoge el grito del mundo» y que está dispuesta a «ensuciarse las manos para servir al Señor«.

Durante la homilía, el Santo Padre hizo hincapié en la importancia de no ser una Iglesia estática, sino una Iglesia en constante movimiento y misión siguiendo los pasos del Señor.

«Hermanos, hermanas: no una Iglesia sentada, una Iglesia en pie. No una Iglesia muda, una Iglesia que recoge el grito de la humanidad. No una Iglesia ciega, sino una Iglesia iluminada por Cristo, que lleva la luz del Evangelio a los demás. No una Iglesia estática, una Iglesia misionera, que camina con el Señor por las vías del mundo«, expresó el Pontífice.

pidió a los fieles a no quedarse en la resignación

Asimismo, el Papa Francisco exhortó a los fieles a llevar el Evangelio por las calles del mundo, a no quedarse en la resignación y a buscar la ayuda necesaria para levantarse y propagar la alegría del mensaje cristiano.

«Esta es la pregunta que nos debemos hacer, ¿yo me siento llamado? Si me siento débil y no me puedo levantar, ¿pido ayuda? Por favor, dejemos a un lado el manto de la resignación y entreguemos al Señor nuestras cegueras. Levantémonos y llevemos la alegría del Evangelio, llevémosla por las calles del mundo«, manifestó el Sumo Pontífice.

En un gesto significativo al final de la celebración, la reliquia de la antigua Cátedra de San Pedro fue expuesta junto al baldaquino de bronce, el cual fue meticulosamente restaurado en los últimos meses.

El Santo Padre resaltó la importancia de contemplar esta reliquia como un símbolo de amor, unidad y misericordia, haciendo énfasis en el papel de la Iglesia en servir a los demás en la caridad.

Además, en su mensaje tras la oración del Ángelus, el Papa Francisco hizo mención del reciente asesinato del sacerdote Marcelo Pérez Pérez en Chiapas, México.

El Santo Padre se solidarizó con la comunidad de San Cristóbal de las Casas y destacó el sacrificio del sacerdote como un ejemplo de fidelidad al Evangelio y al pueblo fiel de Dios, deseando que su muerte sea semilla de paz y de vida cristiana.

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