Expertos de la Universidad de Ámsterdam, en Países Bajos, han identificado la infección crónica más prolongada registrada hasta la fecha por el virus SARS-CoV-2, con una duración de 613 días. Este descubrimiento ha puesto de manifiesto un riesgo potencial de desarrollo de nuevas variantes del virus que podrían ser resistentes a las vacunas, especialmente en pacientes inmunodeprimidos.

La investigación, llevada a cabo por la doctoranda Magda Vergouwe y su equipo del Centro de Medicina Experimental y Molecular (CEMM) del Centro Médico Universitario de Ámsterdam, será presentada en el próximo Congreso Mundial de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (ESCMID) que se llevará a cabo en Barcelona (España) del 27 al 30 de abril.

Caso estudiado

El paciente estudiado, un hombre de 72 años inmunodeprimido con antecedentes de trasplante de células madre, desarrolló una infección por SARS-CoV-2 que se complicó con un linfoma postrasplante y no respondió adecuadamente a tratamientos con anticuerpos y otros fármacos.

A pesar de haber recibido múltiples vacunas contra el virus, no generó una respuesta inmune medida y presentó una infección prolongada que culminó en su fallecimiento tras permanecer positivo al virus durante más de 600 días.

La secuenciación genómica realizada a lo largo de este período reveló más de 50 mutaciones en el virus, incluyendo algunas en el sitio de unión del receptor ACE-2, lo que indicó un escape inmunitario y la evolución del virus dentro del propio paciente. A pesar de esto, no se registraron transmisiones posteriores de la variante altamente mutada en la comunidad.

Este caso extremo destaca la importancia de la vigilancia continua de las infecciones crónicas por SARS-CoV-2 en pacientes inmunodeprimidos, ya que podrían servir como caldo de cultivo para la generación de nuevas variantes del virus, potencialmente resistentes a las vacunas existentes.

Los investigadores destacan la importancia de mantener una vigilancia genómica constante de la evolución del virus en pacientes inmunodeprimidos, ya que las variantes que puedan surgir podrían tener un impacto significativo en la propagación de la enfermedad. En este sentido, enfatizan la necesidad de equilibrar la protección de la población con los cuidados humanitarios en el hogar para pacientes gravemente enfermos.

Una de las posibles soluciones propuestas por el equipo de investigadores es aumentar la concienciación sobre los riesgos potenciales y facilitar el acceso a pruebas de diagnóstico para los contactos cercanos de los pacientes inmunodeprimidos. De esta manera, se podrían detectar rápidamente posibles casos de transmisión y prevenir la propagación de nuevas variantes del virus.

Es importante tener en cuenta que, si bien los pacientes inmunodeprimidos pueden tener un mayor riesgo de desarrollar nuevas variantes del virus, no todas estas variantes se convertirán en una preocupación para la comunidad en general. Los factores que determinan la emergencia de variantes preocupantes son complejos y dependen de diversos factores, incluida la inmunidad de la población circundante.

En este contexto, los investigadores resaltan que si bien la duración de la infección por SARS-CoV-2 en pacientes inmunodeprimidos puede ser extrema, es importante recordar que este tipo de infecciones prolongadas son más comunes en este grupo de pacientes en comparación con la población general.

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