En medio de una creciente crisis política en Irán, Mohammad Javad Zarif, vicepresidente para Asuntos Estratégicos del país y una figura prominente del movimiento reformista, presentó su dimisión el pasado lunes. Este acto ha sacudido al gobierno del presidente Masoud Pezeshkian y ha sumido a la política iraní en una profunda crisis, reflejando las tensiones internas y el creciente enfrentamiento entre reformistas y conservadores en el régimen iraní.

Aunque el gobierno aún no acepta oficialmente la renuncia de Zarif, su anuncio ha desencadenado un terremoto político que expone las crecientes grietas dentro del país. Zarif, exministro de Relaciones Exteriores y figura clave en el acuerdo nuclear iraní de 2015, justificó su decisión en una carta publicada en redes sociales, donde denunció haber recibido «insultos, calumnias y amenazas horribles» contra él y su familia en los últimos meses.

En medio de un contexto de inestabilidad política y económica en Irán, la renuncia de Zarif se suma a la destitución reciente del ministro de Economía, Abdolnaser Hemmati, en un voto de censura liderado por los conservadores en el parlamento. Hemmati había sido criticado por no poder contener la inflación y la depreciación del rial, la moneda iraní, que ha caído más del 50% en los últimos meses.

La salida de Zarif y Hemmati ha llevado a un fuerte impacto en la bolsa de valores iraní, que ha registrado una caída pronunciada. Los inversores interpretan estos movimientos como un indicio de que el gobierno de Pezeshkian está perdiendo terreno frente a los conservadores, lo que disminuye las posibilidades de una apertura económica y política en el corto plazo.

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