Israel ataca la segunda ciudad más grande en Gaza; civiles se quedan sin refugio mientras los bombardeos y la ofensiva terrestre continúan en medio de la guerra en el enclave palestino sitiado. La intensificación de los bombardeos en el sur de la Franja, luego de devastar gran parte del norte, busca evitar más muertes masivas, en respuesta a la presión ejercida por Estados Unidos.

Los habitantes palestinos se encuentran en un estado de precariedad y desesperanza, ya que no hay zonas seguras y existe el temor de no poder regresar a sus hogares si deciden abandonarlos. Los bombardeos aéreos y la ofensiva terrestre han obligado a evacuar a tres cuartas partes de los 2.3 millones de habitantes de Gaza, reduciendo aún más el espacio en el que pueden refugiarse.

En la ciudad de Jan Yunis, el hospital Nasser se encuentra desbordado con la llegada de ambulancias y autos particulares trasladando a los heridos de forma urgente durante toda la noche. Los heridos y las imágenes de destrucción dejan en evidencia la magnitud de la violencia desatada.

Testimonios de residentes revelan que las tropas israelíes han avanzado tras los intensos ataques aéreos en Bani Suheila, localidad ubicada en las afueras de Jan Yunis. El despliegue de tanques, vehículos blindados y tropas a pocos kilómetros del centro de la ciudad ha generado mayor preocupación entre la población.

Israel ha ordenado la evacuación masiva del norte de Gaza, impidiendo el regreso de quienes se vieron obligados a abandonar sus hogares. Ahora, el sur también se encuentra bajo la orden de desalojo en casi dos docenas de vecindarios dentro y alrededor de Jan Yunis, limitando aún más los lugares seguros para la población civil.

Lynn Hastings, coordinadora humanitaria de Naciones Unidas para los territorios palestinos, denuncia que ningún lugar en Gaza es seguro y que las condiciones para brindar ayuda humanitaria están cada vez peor. Anticipa un escenario aún más infernal si no se toman medidas urgentes.

El objetivo declarado de Israel es desmantelar la infraestructura militar de Hamás para apartarlo del poder y evitar una repetición del ataque del 7 de octubre, que propició la guerra. Sin embargo, el precio pagado por los civiles palestinos es alto, y la incertidumbre y el riesgo de más violencia continúan en aumento.

El Ministerio de Salud de Gaza reportó que más de 15 mil 890 personas han muerto en el territorio desde el 7 de octubre, de las cuales 70 por ciento son mujeres y menores, y más de 42 mil resultaron heridas. El ministerio, controlado por Hamás y que no distingue entre víctimas civiles y combatientes, dice que cientos de personas fallecieron o sufrieron heridas desde el final de la tregua y que muchas siguen atrapadas bajo los escombros.