La reciente actualización de la lista roja de especies amenazadas por parte de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), presentada durante la COP28 en Dubái, revela tanto los desafíos del calentamiento global como los esfuerzos exitosos de conservación.

De las 157,190 especies evaluadas, se destaca que 44,016 están amenazadas globalmente, destacando cambios significativos en la clasificación de especies emblemáticas.

El salmón del Atlántico, anteriormente considerado de «preocupación menor», ha sido recategorizado como «casi amenazado» debido a una disminución del 23% en su población mundial entre 2006 y 2020, principalmente atribuible a la escasez de presas y actividades humanas.

La actualización también resalta preocupaciones en el reino vegetal, donde la caoba de Honduras ha pasado de ser «vulnerable» a «en peligro». La disminución del 60% en su población en Centroamérica y Latinoamérica en los últimos 180 años se vincula con prácticas agrícolas no sostenibles y la expansión de tierras de cultivo.

Sin embargo, no todas las noticias son desalentadoras, ya que el órix de cuernos de cimitarra experimentó una mejora en su situación, ahora clasificado como «en peligro» gracias a los esfuerzos de conservación en Chad, tras su extinción en estado salvaje en los años 1990.

Asimismo, los antílopes saiga, presentes en Kazajistán, pasaron de ser «en peligro crítico» a «casi amenazados» debido a un asombroso aumento del 1,100% en su población en Kazajistán entre 2015 y 2022.

Además, la actualización de la lista roja incluye el primer estudio mundial sobre el estado de los peces de agua dulce, revelando que el 25% de las especies evaluadas se encuentran ahora en peligro de extinción.

Este enfoque integral destaca la compleja interconexión entre las especies y su entorno, subrayando la necesidad urgente de esfuerzos continuos y coordinados de conservación.

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