El Papa Francisco lanzó un apremiante llamado a la Iglesia en América Latina para que enfrente la indiferencia que rodea a los migrantes que atraviesan la peligrosa selva del Darién en busca de una vida mejor. Su mensaje, dirigido al encuentro de Obispos de frontera de Colombia, Costa Rica y Panamá, resalta la urgencia de abordar esta crisis humanitaria y proporcionar un refugio acogedor para aquellos que buscan seguridad y oportunidades en tierras extranjeras.

La crisis migratoria en el Darién

En su mensaje, el Papa describe el Darién como un lugar donde los migrantes esperan desesperadamente en la orilla de un ‘mar de lágrimas y muerte’. Esta selva, que en otro tiempo fue un triunfo de la naturaleza, ahora se ha convertido en un viacrucis para aquellos que buscan cruzarla. Francisco denunció tanto los peligros físicos del viaje como el crecimiento del tráfico humano que explota la desesperación de los migrantes.

A pesar de los peligros y las dificultades en el camino, la atracción de una vida mejor sigue siendo poderosa para aquellos que emprenden el viaje. El Papa reconoció la fraternidad hospitalaria que algunos encuentran en su camino, pero también señaló la indiferencia que ensombrece la situación. Esta indiferencia, advirtió, es igualmente devastadora para aquellos que luchan por encontrar seguridad y esperanza en su travesía.

El rol de la Iglesia ante la crisis migratoria

Francisco instó a la Iglesia a no permanecer pasiva ante esta crisis. Más bien, les llamó a trabajar incansablemente para erradicar la indiferencia y proporcionar un lugar de refugio y apoyo para los migrantes que llegan a sus puertas. Él enfatizó la importancia de ofrecer un ambiente donde los migrantes no se sientan juzgados, sino acogidos, donde puedan encontrar alimento para el cuerpo y el alma, y donde puedan renovar su esperanza en un futuro mejor.

Además de instar a la acción dentro de la Iglesia, el Papa también hizo un llamado a la comunidad internacional para que se una en esfuerzos para garantizar el derecho de todas las personas a vivir con dignidad y paz en sus propias tierras. Reconoció que la crisis migratoria no es solo responsabilidad de una región o país, sino un desafío global que requiere una respuesta coordinada y compasiva.

El mensaje del Papa Francisco es un recordatorio urgente de la necesidad de solidaridad y compasión hacia los migrantes que atraviesan el Darién y otras regiones peligrosas en busca de una vida mejor. Es un llamado a la acción para la Iglesia y la comunidad internacional para abordar esta crisis humanitaria con sensibilidad y generosidad, asegurando que cada persona sea tratada con dignidad y respeto, independientemente de su origen o situación migratoria.

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