Durante la primera misa del año en la basílica de San Pedro del Vaticano, el pontífice instó a promover el respeto a la dignidad de la vida humana, desde su inicio en el vientre materno hasta su fin natural. En un llamado a la protección de la vida de los más vulnerables, como los niños, los ancianos, los pobres y los enfermos, Francisco destacó la necesidad de amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza.

En un discurso cargado de emotividad, el papa recordó la importancia de seguir el ejemplo de María, madre de Jesús, en la protección y cuidado de todos los seres humanos. «Aprendamos a cuidar de toda criatura nacida de una mujer, sobre todo protegiendo el don precioso de la vida, como hizo María», afirmó.

Asimismo, el pontífice reflexionó sobre la necesidad de honrar la vida como un regalo divino, y de dignificar la existencia de cada ser humano. En este sentido, exhortó a aceptar la invitación de María a proteger la vida, convirtiéndola en la base para construir una civilización de paz en el mundo actual.

En un mensaje cargado de esperanza y fe, el Papa también hizo un llamado a confiar en la Virgen María para que renazca la esperanza y florezca la paz en todos los pueblos de la tierra. Durante la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, Francisco reafirmó la importancia de la presencia del amor de Cristo en el mundo, señalando que la perspectiva de un mundo fraterno no es una simple ideología, sino la encarnación de Jesús, hijo de Dios.

En este contexto, el Papa expresó su deseo de que Roma sea un lugar acogedor para todos los peregrinos de la esperanza durante el Jubileo que se celebrará este año en la capital italiana. Reconociendo los desafíos vividos por la ciudad en el pasado año, Francisco agradeció al alcalde Roberto Gualtieri por su labor en preparar la ciudad para recibir a personas de todo el mundo.

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