La muerte del papa Francisco ha conmovido al mundo entero, no solo por lo que representa su legado espiritual y social, sino también por la serenidad y profunda humanidad con la que vivió sus últimas horas. La despedida del Sumo Pontífice estuvo marcada por la gratitud, el cariño y una silenciosa dignidad que reflejaron el espíritu de un pastor que nunca dejó de preocuparse por su rebaño.

El domingo, tras impartir la tradicional bendición Urbi et Orbi desde el balcón de la Basílica de San Pedro ante más de 50 mil fieles, Francisco sorprendió al mundo con un gesto inesperado: recorrió la plaza en el papamóvil, saludando a los presentes. Esta decisión, aparentemente sencilla, cobró un sentido especial cuando se conoció que fue su último contacto con el pueblo que tanto amó.

“Gracias por traerme de nuevo a la plaza”, fueron las palabras que dirigió al enfermero Massimiliano Strappetti, su asistente sanitario personal y figura clave en los últimos años de su vida. Strappetti, quien fue señalado por el mismo Papa como quien le salvó la vida en 2021 al sugerirle una cirugía de colon, se convirtió en su sombra protectora. Estuvo a su lado durante los 38 días de hospitalización en el Policlínico Gemelli y no se separó de él ni un instante durante su convalecencia en Casa Santa Marta.

Según informa Vatican News, Francisco preguntó con una mezcla de esperanza e incertidumbre si estaba en condiciones de subir una vez más al papamóvil. “¿Crees que puedo hacerlo?”, le dijo a Strappetti, quien lo animó con afecto. Ese gesto fue más que simbólico: fue un acto de despedida, un tributo a la multitud y una afirmación de vida.

Esa tarde, el papa descansó en paz. Compartió una cena tranquila y, según reportan desde el Vaticano, se mostró relajado. En la madrugada comenzaron los síntomas: un ictus que lo llevó rápidamente al coma. A pesar de la gravedad de la situación, quienes lo acompañaban coinciden en que “no sufrió, todo sucedió rápido”.

Fue alrededor de las 5:30 a.m. cuando se dio la primera alerta, y poco después, saludando por última vez a Strappetti, Francisco se sumió en el silencio definitivo.

El periodista Salvatore Cernuzio, de Vatican News, brindó una crónica conmovedora: “No hubo agonía. Solo el paso tranquilo de un hombre que ya lo había dado todo”. Las fuentes cercanas aseguran que hasta el último momento mantuvo la conciencia y la gratitud, como lo demuestran esas últimas palabras sencillas pero profundamente humanas.

El papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, pasará a la historia no solo por su firme defensa de los pobres, los migrantes, el medioambiente y la paz, sino también por su humildad y su capacidad de acercarse a las personas con el lenguaje del corazón.